jueves, 26 de febrero de 2009

EL GRAN DEBATE

Juan Páez Ávila

En un país en el que se debate muy poco acerca de las ideas, proyectos y programas que no sólo los candidatos a dirigir los destinos de la nación están obligados a presentar a los electores, sino también los hombres y mujeres que piensan y se preocupan en torno al presente y futuro de nuestra población, un debate entre el candidato presidente Hugo Chávez y el candidato de la unidad nacional Manuel Rosales, podría permitirle a muchos venezolanos evaluar y decidir con mayor conciencia política, quién debe ser el próximo Presidente de la Republica.
Sin embargo, la negativa ya anunciada por el candidato presidente a ese debate, indica que no sólo subestima a su contendor, sino que teme a una confrontación en la que se ventilen las propuestas de ambos y la efectividad de sus gobiernos en el Zulia y en el país. Cuando Manuel Rosales lo desafía a un debate en Televisión, piensa también de antemano que Chávez no lo aceptará, porque el candidato presidente se vería obligado a explicar la ineficiencia de su administración en materia de construcción de viviendas, de la proliferación del delito durante su administración, el enriquecimiento ilícito de muchos de los jerarcas del chavismo que han aprovechadote su gobierno para forjar fortunas de la noche a la mañana y que incluso no pueden ocultar, y en general sobre el desempleo, no obstante los mil millonarios ingresos recibidos por los altos precios del petróleo. El fracaso de la administración del candidato presidente está puesto al descubierto por investigaciones de organismos técnicos nacionales y extranjeros. Y aunque sus principales voceros se han especializado en negarlo, los propios chavistas engañados y descontentos se han encargado de denunciarlo en las frecuentes protestas que realizan en las principales ciudades del país.
Por mucho dominio del escenario mediático, por mucho carisma que ha demostrado el candidato presidente a lo largo de ocho años, su discurso luce agotado, porque su obra administrativa no soporta una comparación con lo realizado, proporcionalmente, por Manuel Rosales en el Zulia, con menos recursos y con muchos obstáculos puestos por el gobierno central. Juan Páez Ávila

En un país en el que se debate muy poco acerca de las ideas, proyectos y programas que no sólo los candidatos a dirigir los destinos de la nación están obligados a presentar a los electores, sino también los hombres y mujeres que piensan y se preocupan en torno al presente y futuro de nuestra población, un debate entre el candidato presidente Hugo Chávez y el candidato de la unidad nacional Manuel Rosales, podría permitirle a muchos venezolanos evaluar y decidir con mayor conciencia política, quién debe ser el próximo Presidente de la Republica.
Sin embargo, la negativa ya anunciada por el candidato presidente a ese debate, indica que no sólo subestima a su contendor, sino que teme a una confrontación en la que se ventilen las propuestas de ambos y la efectividad de sus gobiernos en el Zulia y en el país. Cuando Manuel Rosales lo desafía a un debate en Televisión, piensa también de antemano que Chávez no lo aceptará, porque el candidato presidente se vería obligado a explicar la ineficiencia de su administración en materia de construcción de viviendas, de la proliferación del delito durante su administración, el enriquecimiento ilícito de muchos de los jerarcas del chavismo que han aprovechadote su gobierno para forjar fortunas de la noche a la mañana y que incluso no pueden ocultar, y en general sobre el desempleo, no obstante los mil millonarios ingresos recibidos por los altos precios del petróleo. El fracaso de la administración del candidato presidente está puesto al descubierto por investigaciones de organismos técnicos nacionales y extranjeros. Y aunque sus principales voceros se han especializado en negarlo, los propios chavistas engañados y descontentos se han encargado de denunciarlo en las frecuentes protestas que realizan en las principales ciudades del país.
Por mucho dominio del escenario mediático, por mucho carisma que ha demostrado el candidato presidente a lo largo de ocho años, su discurso luce agotado, porque su obra administrativa no soporta una comparación con lo realizado, proporcionalmente, por Manuel Rosales en el Zulia, con menos recursos y con muchos obstáculos puestos por el gobierno central.

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