miércoles, 25 de febrero de 2009

DESCENTRALIZACION Y AUTONOMIA

Juan Páez Ávila

Los resultados electorales en el Departamento de Santa Cruz de la República de Bolivia, en los que el 85% de los votantes se pronunció por un régimen autonómico preservando la integridad de la nación, pero asumiendo facultades que garanticen mayores ingresos fiscales para la región y el ejercicio de algunas funciones que les permita impulsar su desarrollo económico y bienestar de la población, se han convertido en una campanada contra el centralismo y el autoritarismo que el Presidente Hugo Chávez pretende imponer contra la voluntad de la mayoría de los venezolanos, que votó el 3 de diciembre de 2007 negando la reforma propuesta, por él mismo, para convertirse en dictador constitucional.
Los golpes a la descentralización en Venezuela, que le ha propinado Hugo Chávez para controlar, además de los Poderes Públicos Nacionales que le obedecen incondicionalmente, las gobernaciones y las alcaldías, ya ha provocado una reacción mayoritaria en los habitantes de los principales estados del país, según revelan las encuestas que registran ganadores a varios candidatos de la oposición en las próximas elecciones del 23 de noviembre de esta año.
Estas nuevas realidades que muestran las encuestas nacionales y regionales realizadas en los últimos meses, indican que la maniobra del Comandante en Jefe y de sus seguidores que obedecen y repiten como al caletre las palabras de su jefe, denunciando una supuesta política de secesión por parte de la oposición, de algunos estados del país, no tendrá ningún respaldo de la ciudadanía, no sólo porque es falsa, sino también porque la experiencia obtenida por los venezolanos en las últimas décadas, señala que la descentralización en un estado democrático es lo que más le conviene al crecimiento y bienestar de la población.
Apelar, por parte del Presidente Chávez, a la treta de que la descentralización en Venezuela y la autonomía regional en Bolivia, son obra del imperialismo y de la oligarquía, ritornelo que se lo aplica a todo lo que vaya en contra de su aspiración a imponer un pensamiento único, ya no se lo creen ni sus propios seguidores, no sólo porque el imperialismo no nos ha invadido, sino también porque la oligarquía del dinero y del poder es ahora Chavista.
Y aunque todo hace suponer que Hugo Chávez no modificará su política de concentración de todos los poderes en sus manos, los venezolanos debemos marchar cívicamente hacia las elecciones del próximo noviembre. El rechazo al personalismo y al militarismo del Presidente se extiende hasta las propias filas del chavismo, y como sucedió en la Unión Soviética y en la Venezuela de Pérez Jiménez, a la hora de una crisis política, hasta los compadres del Jefe del Estado hablan con autonomía, con independencia. Y en la revolución bolivariana ya son muchos los que se han rebelado contra la dedocracia del Presidente, razones suficientes para demostrar que el proyecto chavista ha resultado inviable, y que la caída en las encuestas será irreversible, porque los dogmas no se superan con recomendaciones y consejos. Y Hugo Chávez sigue creyendo que si no es el nuevo Mesías, sí es el continuador de la obra de Simón Bolívar, olvidando que el Padre de la Patria también sucumbió en los últimos años con su propuesta de la Presidencia vitalicia y el Senado hereditario, en la Bolivia que hoy, casi dos siglos después, también rechaza el centralismo y el personalismo de Evo Morales.

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