domingo, 12 de diciembre de 2010

VARGAS LLOSA

LITERATURA Y POLÍTICA
Juan Páez Ávila

Desde que se publicaron los primeros textos literarios y a través de todo el tiempo transcurrido hasta nuestros días, la literatura y la política han desarrollado vasos comunicantes,
algunas veces directos, aunque la mayor parte han estado relacionados de una manera sugerida. Incluso algunos regímenes han tratado de utilizar la literatura como instrumento para fines ideológicos, frente a lo cual se han rebelado los más auténticos y trascendentes creadores del arte literario, sin dejar de escribir sobre política, pero colocando cada actividad en el lugar que le corresponde.
El Premio Nobel de Literatura 2010 otorgado a Mario Vargas Llosa ha llenado regocijo no sólo al autor de La Ciudad y los Perros, La Casa Verde, La Guerra del Fin del Mundo y La Fiesta del Chivo, entre decenas de novelas, cuentos, ensayos, obras de teatro y una excepcional labor periodística, sino también a sus lectores en el mundo de la literatura y en particular a los amantes y luchadores por la libertad y la democracia.
El autor lo merecía y seguramente lo esperaba desde hace algunos años, por la titánica y sólida labor literaria traducida a diferentes idiomas, reconocida por críticos y disfrutada por millones de lectores en el mundo. Exitoso en su país desde sus primeras publicaciones, fue proyectado a Latinoamérica y al universo de las letras al ganar el Premio de Novela Rómulo Gallegos en 1967 cuando apenas frisaba los 30 años de edad. Defensor de la Revolución Cubana y de todos los movimientos políticos que anunciaban un cambio social y un progreso económico para bien de los pueblos subdesarrollados, rompió con Fidel Castro cuando trató de imponer el realismo socialista, detuvieron al poeta Padilla y lo obligaron a confesar en público que su obra merecía la censura de la revolución porque no defendía al régimen existente. Desde esos tiempos Vargas Llosa se convirtió en un crítico de todas las dictaduras políticas, de izquierda o de derecha, que en nombre del futuro de los oprimidos cercenan las libertades públicas.
Pero ha sido su obra literaria la que lo ha revestido de prestigio y de gloria en diversas latitudes hasta donde han llegado sus magistrales novelas y ensayos. Declarado en diversas ocasiones partidario del realismo literario, ha creado una nueva realidad que si bien refleja algunos aspectos del mundo real objeto de su observación directa o documentada, le ha permitido ganarse el respeto y la admiración de quienes privilegian la estética, la recreación de la realidad del entorno humano y la invención de una obra de ficción extraordinaria.
Según su propia visión de la literatura, su obra es una gran mentira que transmite los efectos de las más grandes verdades de la sociedad contemporánea, el rostro oculto de la realidad que percibimos, que sólo la novela puede decir y transferir a los lectores, y el novelista puede auscultar con su imaginación. Otras verdades y en algunas oportunidades las mismas que encierran sus ficciones y mentiras literarias, las ha expresado directamente a través de su labor periodística, con tanta vehemencia y pasión como la que transmiten sus grandes obras narrativas. Su labor literaria está perfectamente delimitada de la periodística, las une su prosa magistral, el estilo directo y sus geniales sugerencias.
Finalmente, el Premio Nobel consagra a un escritor ya consagrado. La obra de Vargas Llosa, antes del Nobel, ya formaba parte de la literatura universal, ubicada en un contexto global había trascendido fronteras, convertida en una verdadera escuela para sus lectores y seguidores. Después del más resonante Premio, miles o millones han comenzado a releerlo, otro tanto, más difícil de cuantificar, tendrán la oportunidad de descubrir a uno de los más grandes escritores de nuestro tiempo.

PROTESTAS INCONTENIBLES

Juan Páez Ávila

Los efectos aterrorizadores del discurso de Hugo Chávez, que mantenía paralizados a los empleados públicos, que por casi una década dejaron de reclamar sus derechos laborales constitucionales, han pasado a la vieja historia. Cada día, cada mes que transcurre sin poder cubrir la cesta alimentaria y menos la básica, empleados y obreros de casi todas las dependencias oficiales protestan a las puertas de diferentes despachos, por la falta de contratación colectiva, de aumentos proporcionales a la inflación y en general porque ya no soportan la larga espera de la llegada del hombre nuevo, sin necesidades perentorias, sin la miseria humana, que les venía ofreciendo el Presidente en sus peroratas dominicales.
Las protestas pacíficas de los trabajadores de la Administración Pública han crecido y se han radicalizado en los últimos años, y en particular en el primer semestre del 2010 cuando han sido contabilizadas por PROVEA cerca de 1400 manifestaciones en las calles de las principales ciudades del país y frente a los ministerios, institutos autónomos, gobernaciones y alcaldías, como consecuencia de las difíciles condiciones de vida que atraviesan, por la no cancelación de los sueldos y salarios, las prestaciones sociales y sus intereses y los aumentos decretados por el Presidente el 1º. De Mayo de cada año, y aumento de la inflación.
En la mayoría de los casos tienen varios años sin contratación colectiva, porque el Presidente de la República y sus voceros principales han expresado que en el socialismo el gobierno es del pueblo, de los trabajadores, cuyos sindicatos han sido sustituidos por organismos paralelos que responden a los intereses de la cúpula gubernamental, a una política de Estado, que actúa como patrono, y no como representante de esos trabajadores. Y cuando los sindicatos vigentes desde la llamada IV República logran firmar un contrato, como sucedió en PDVSA, las cláusulas fundamentales no las cumple el Ministro que representa al Jefe del Gobierno.
Y como el alto costo de la vida se hace sentir en los hogares de los trabajadores, que en principio apoyaron al Presidente y creyeron en sus promesas en cuanto a que tendrían una mayor participación y jugarían un rol protagónico, en la medida en que el Comandante Presidente decreta e impone los límites de los sueldos y salario, sin la participación de los asalariados, lenta pero paulatinamente se han producido reclamos y protestas frente a los despachos oficiales o contra la burocracia gubernamental nombrada para dirigir las principales empresas de la nación, como sucede en Guayana.
Al incumplimiento del mandato constitucional de tener más participación y protagonismo en las decisiones básicas de la Administración Pública, se ha sumado el deterioro de los servicios públicos, que generalmente utilizan las clases populares y media de la sociedad, que ha aumentado el descontento y la irritación de los usuarios y provocado la represión por parte del gobierno, tal como sucedió con quienes fueron atropellados y detenidos en una Estación de Catia, barriada popular por excelencia y otrora bastión del apoyo al Presidente.
Por ese camino la derrota de Chávez no la puede evitar el 2012, ni con las amenazas contra los parlamentarios recién electos, de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), hoy más amplia y afianzada en el sentimiento y la conciencia de la mayoría de los venezolanos, dispuestos a continuar en la calle al lado de los sectores populares y medios en defensa de sus derechos constitucionales. Y aunque el miedo exista, la voluntad y la decisión de los ciudadanos para rescatar la democracia, en donde impere la reconciliación nacional, el respeto a la propiedad privada y a los derechos humanos, supera todos los obstáculos.
El fracaso de la administración pública en manos de Hugo Chávez y su gabinete de incapaces, que siguen creyendo en la dogmática marxista-leninista para crear un sociedad sin clases sociales, destruyendo el aparato productivo, sin crear una sola empresa que genere empleo y riqueza, lo que ha reproducido es la represión gubernamental contra un pueblo que protesta en búsqueda de un mejor nivel de vida. Y si bien es cierto que engañaron a más de la mitad de la población que votó en varias oportunidades a favor de Chávez y su revolución, diez años después la decepción los ha llevado a perder el miedo y no sólo a protestar por mejores sueldos y salarios, sino también por recuperar la democracia, como el mejor sistema de gobierno y de vida creado por el ser humano. Y en esa dirección marchamos hacia las elecciones en el 2012.
Juan Páez Ávila

Los efectos aterrorizadores del discurso de Hugo Chávez, que mantenía paralizados a los empleados públicos, que por casi una década dejaron de reclamar sus derechos laborales constitucionales, han pasado a la vieja historia. Cada día, cada mes que transcurre sin poder cubrir la cesta alimentaria y menos la básica, empleados y obreros de casi todas las dependencias oficiales protestan a las puertas de diferentes despachos, por la falta de contratación colectiva, de aumentos proporcionales a la inflación y en general porque ya no soportan la larga espera de la llegada del hombre nuevo, sin necesidades perentorias, sin la miseria humana, que les venía ofreciendo el Presidente en sus peroratas dominicales.
Las protestas pacíficas de los trabajadores de la Administración Pública han crecido y se han radicalizado en los últimos años, y en particular en el primer semestre del 2010 cuando han sido contabilizadas por PROVEA cerca de 1400 manifestaciones en las calles de las principales ciudades del país y frente a los ministerios, institutos autónomos, gobernaciones y alcaldías, como consecuencia de las difíciles condiciones de vida que atraviesan, por la no cancelación de los sueldos y salarios, las prestaciones sociales y sus intereses y los aumentos decretados por el Presidente el 1º. De Mayo de cada año, y aumento de la inflación.
En la mayoría de los casos tienen varios años sin contratación colectiva, porque el Presidente de la República y sus voceros principales han expresado que en el socialismo el gobierno es del pueblo, de los trabajadores, cuyos sindicatos han sido sustituidos por organismos paralelos que responden a los intereses de la cúpula gubernamental, a una política de Estado, que actúa como patrono, y no como representante de esos trabajadores. Y cuando los sindicatos vigentes desde la llamada IV República logran firmar un contrato, como sucedió en PDVSA, las cláusulas fundamentales no las cumple el Ministro que representa al Jefe del Gobierno.
Y como el alto costo de la vida se hace sentir en los hogares de los trabajadores, que en principio apoyaron al Presidente y creyeron en sus promesas en cuanto a que tendrían una mayor participación y jugarían un rol protagónico, en la medida en que el Comandante Presidente decreta e impone los límites de los sueldos y salario, sin la participación de los asalariados, lenta pero paulatinamente se han producido reclamos y protestas frente a los despachos oficiales o contra la burocracia gubernamental nombrada para dirigir las principales empresas de la nación, como sucede en Guayana.
Al incumplimiento del mandato constitucional de tener más participación y protagonismo en las decisiones básicas de la Administración Pública, se ha sumado el deterioro de los servicios públicos, que generalmente utilizan las clases populares y media de la sociedad, que ha aumentado el descontento y la irritación de los usuarios y provocado la represión por parte del gobierno, tal como sucedió con quienes fueron atropellados y detenidos en una Estación de Catia, barriada popular por excelencia y otrora bastión del apoyo al Presidente.
Por ese camino la derrota de Chávez no la puede evitar el 2012, ni con las amenazas contra los parlamentarios recién electos, de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), hoy más amplia y afianzada en el sentimiento y la conciencia de la mayoría de los venezolanos, dispuestos a continuar en la calle al lado de los sectores populares y medios en defensa de sus derechos constitucionales. Y aunque el miedo exista, la voluntad y la decisión de los ciudadanos para rescatar la democracia, en donde impere la reconciliación nacional, el respeto a la propiedad privada y a los derechos humanos, supera todos los obstáculos.
El fracaso de la administración pública en manos de Hugo Chávez y su gabinete de incapaces, que siguen creyendo en la dogmática marxista-leninista para crear un sociedad sin clases sociales, destruyendo el aparato productivo, sin crear una sola empresa que genere empleo y riqueza, lo que ha reproducido es la represión gubernamental contra un pueblo que protesta en búsqueda de un mejor nivel de vida. Y si bien es cierto que engañaron a más de la mitad de la población que votó en varias oportunidades a favor de Chávez y su revolución, diez años después la decepción los ha llevado a perder el miedo y no sólo a protestar por mejores sueldos y salarios, sino también por recuperar la democracia, como el mejor sistema de gobierno y de vida creado por el ser humano. Y en esa dirección marchamos hacia las elecciones en el 2012.

EVELING TREJO ALCALDESA

Juan Páez Ávila

En la democracia universal, la mujer ha venido demostrando que puede tener una participación exitosa, si logra alcanzar ciertos niveles de preparación para el ejercicio de la política y asume con vocación firme la lucha social como un mecanismo de consolidación de los regímenes de libertades, que el ser humano considera como la vía más apropiada para producir algunos cambios políticos y económicos que conviertan en realidad la esperanzas de millones de personas que buscan cómo salir del atraso y la orfandad.
El triunfo de Eveling Trejo en las pasadas elecciones para la Alcaldía de Maracaibo no sólo significa la derrota del Presidente Hugo Chávez en la segunda ciudad de Venezuela, sino también el ascenso al poder de una mujer valiente y estudiosa, trabajadora y con vocación política, que si bien hereda en parte el prestigio de su marido, Manuel Rosales, exiliado en Perú, ha demostrado que camina con sus propios pies por todo el Estado Zulia y piensa con cabeza propia.
Conocida a escala nacional después que su esposo, amenazado por el Presidente de la República de llevarlo a la cárcel, antes de que algún tribunal se pronunciara sobre los supuestos delitos de los que le acusaba, Eveling Trejo enfrentó con coraje y decisión el difícil momento político que vivía su cónyuge, y dio a conocer sus ideas, su pensamiento, acerca de la política venezolana. Esposa digna y luchadora social presente en el escenario político se ganó la simpatía de muchos zulianos y venezolanos, y la animadversión de los perseguidores de Manuel Rosales. Desde el mismo momento en que se le vio y oyó en los medios de comunicación social asumir la defensa de su marido y expresar sus conceptos en torno a la justicia y a la democracia en general, comenzó a ser considerada como una posible sustituta del Alcalde en el exilio.
Pero si todo lo dicho justifica que el pueblo zuliano la haya electo por mayoría Alcaldesa de Maracaibo, no es menos relevante su extraordinario ejemplo del rol que la mujer venezolana ha jugado y debe seguir jugando en la historia política contemporánea de nuestro país. Ganar en primera instancia unas elecciones primarias y recibir luego el apoyo de decenas de partidos políticos y organizaciones independientes, para finalizar victoriosa con el sufragio de los zulianos, tiene que vincularse también a su talento y a su discurso democrático, a su vinculación con la sociedad zuliana y a la credibilidad de su palabra.
Si algo caracteriza a los electores de las principales ciudades del país, es su conciencia democrática, su rechazo a la demagogia, la conformación de una cultura política, que si bien puede ser manipulable en un momento circunstancial, en muy poco tiempo descubren y rechazan el falso discurso y los candidatos que atienden en primer lugar a sus intereses personalistas y de cogollos oportunistas y corruptos. De allí algunas de las razones que llevaron a los habitantes de Maracaibo a elegir Alcaldesa a Eveling Trejo.
Su elección podría significar también un estímulo a la mujer venezolana a incorporarse a la lucha política, en un momento difícil que atraviesa el país, por la unidad de los venezolanos con espíritu de reconciliación nacional, para superar el clima de odio y venganza que ha sembrado Hugo Chávez desde el poder. La decisión de miles de mujeres que en los barrios de las principales ciudades del país, han demostrado para combatir por sus derechos sociales, requiere ser complementado con la participación de centenares o miles de mujeres que han alcanzado un alto nivel de educación y cultura políticas. Eveling Trejo señala un camino que exige sensibilidad social, voluntad inquebrantable para enfrentar las dificultades que toda mujer, incluso los hombres, pueden encontrar en la batalla por la vida, por la política democrática, pacífica y electoral, requeridas para derrotar a un gobierno de tendencia autoritaria que pretende imponernos un comunismo a la cubana, rechazado por más del 80% de los venezolanos, que incluso en palabras de Fidel Castro no le sirve ni a los cubanos, y que su hermano Raúl, en funciones de Presidente de Cuba, trata de modificar, si no de abolir paulatinamente.
Finalmente, creo que es muy importante señalar que Eveling Trejo ha asumido la Alcaldía de Maracaibo como una responsabilidad ciudadana, sin el menor asomo de espíritu de retaliación, a pesar de que su marido permanece en el exilio víctima de la persecución política ordenada por Hugo Chávez. Esa conducta, unida a la expresada también por el Gobernador Pablo Pérez, en el sentido de demostrar que la política es una actividad del ser humano destinada a construir una nación democrática, puede ser un indicador de que el Zulia y los zulianos, como la mayoría de los venezolanos unidos por la defensa de la democracia, no se han dejado arrastrar a los niveles subalternos de la vulgaridad política y el personalismo autocrático promovido por el lenguaje del Comandante Chávez y ejecutado por algunos oportunistas y sus incondicionales seguidores.

DOMINGO F MAZA ZAVALA

Juan Páez Ávila

En la historia política de Venezuela del siglo XX y lo que ha transcurrido del XXI se han destacado algunas personalidades en el mundo del pensamiento político y económico, que han dejado un legado de excepcional importancia tanto por la seriedad y profundidad de sus ideas como de su conducta intachable, que al desaparecer físicamente el país, sin distingo de parcialidades políticas, inevitablemente le expresa su reconocimiento, a unos más temprano que otros, pero ya forma parte de la esencia humana del venezolano pensante.
La muerte del Dr. Domingo F. Maza Zavala constituye desde luego un acontecimiento doloroso para su familia, y la pérdida de una de las inteligencias más brillantes de Venezuela y América Latina, un maestro y guía de múltiples generaciones de economistas que se formaron bajo su dirección y sabiduría. Para el presente y futuro de nuestro país ha desaparecido un baluarte del análisis e interpretación de la realidad económica y política que con mayor credibilidad y conocimiento, trazaba lineamientos fundamentales acerca del difícil momento que en esos aspectos ha atravesado la nación.
Profesor titular y ex –Decano de la Facultad de Economía y Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela dejó una marcada e inolvidable huella de la sencillez que los sabios de la Academia generan y transmiten, no sólo a sus alumnos sino también a quienes no lo fueron pero le oyeron en múltiples conferencias y supieron de su don de gente y de su inagotable y actualizado dominio de los problemas económicos venezolanos y mundiales.
Desde sus primeras obras en las que recogió numerosos artículos y reflexiones sobre Las Paradojas Venezolanas hasta sus últimos publicados en Nueva Economía, en periódicos y revistas nacionales y extranjeras, conservó en sus profundos juicios acerca de la globalización de la economía, una inteligible prosa de maestro también del idioma castellano.
Sus libros, que se cuentan por decenas, y sus artículos por miles reflejan parte de su quehacer intelectual, que se consultará por mucho tiempo, pero también su voz, su palabra en el aula y en el Parlamento, del que fue diputado por dos períodos, formarán parte de un patrimonio cultural de la economía y la política sin precedentes o con muy pocos, que debería servir de ejemplo a las nuevas generaciones de economistas y políticos que aspiran dirigir el país.
Hasta en la función ejecutiva que le tocó desempañar por varios años como Director del Banco Central, en momentos difíciles para la institución, según el juicio de algunos economistas que le conocen y observaron sus pasos, supo mantener la ponderación de sus opiniones y hacer valer la independencia de su concepto sobre el papel que debía desempeñar en la vida económica de la nación.
En síntesis, el científico social, su obra y su conducta ciudadana identificados con lo valores del intelecto y de la ética, que las naciones exigen a sus paradigmas para transitar los caminos del desarrollo, estuvieron presentes en la vida del Dr. Maza Zavala
Finalmente, considero que hay que destacar que su formación económica y su magisterio académico estuvieron siempre acompañados de una firme e invariable concepción democrática de la vida del país, lo que lo identificó en sus luchas políticas, desde el escenario en que se movía y que le era conocido y adecuado del periodismo y el ensayo, como un militante de las causas por el progreso de Venezuela y el bienestar de su población. De allí lo perdurable e histórico de su ciudadanía ejemplar.

BRASIL EMERGENTE

Juan Páez Ávila
La elección de Dilma Rousseff debería garantizarle a Brasil la continuidad de una política de estímulo a la inversión nacional y extranjera, a la educación y a la investigación científica, con un claro apoyo a los grupos de menores ingresos, que incluye a todos los sectores de la nación, y que ha asumido ese país como una razón de Estado para convertirlo en las próximas décadas en una potencia en todos los órdenes de la vida de una república soberana, no sólo en nuestro continente sino en el mundo.
Pero como esta elección no sorprendió a casi nadie, tal vez lo más importante que se pueda reseñar en estos momentos, es que si el electo hubiese sido José Serra, la política sería la misma y la perspectiva potencial y realista de Brasil no sufriría variaciones substanciales, excepto en el estilo personal de cada uno, porque iniciada por el ex-Presidente Cardozo (socialdemócrata) el Presidente Lula (Partido de los Trabajadores) le dio continuidad, a sabiendas de que los resultados obtenidos eran correctos y promisorios.
Dima Rousseff arriba al poder cuando Petrobras acaba de descubrir un gigantesco yacimiento petrolero que elevará las reservas de ese país a 140.000 millones de barriles, lo que convierte a Brasil en el tercero en el mundo, después de Arabia Saudita y Venezuela, con las ventajas que le da la experiencia en la inversión y la reinversión de esa inmensa riqueza, y la política de Estado a la que hicimos referencia en párrafos anteriores. Un país petrolero con clara y común conciencia de lo que debe hacerse con ese producto no renovable, unido a la energía renovable del etanol que produce por millones de toneladas, lo convertirá no sólo en la potencia emergente en el mundo globalizado de este tiempo, sino que también lo consolidará como el epicentro económico y político de América del Sur.
Y para citar un segundo factor de desarrollo, bastaría con mencionar lo que algunos científicos brasileños llaman otra revolución verde lograda por la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), que puso en producción a sabanas hasta ahora improductivas y Brasil aumentó en los últimos 10 años la producción de 80 a 150 millones de toneladas de trigo, en una región tropical, y otros granos. Será exportador y no importador de alimentos, después de varios gobiernos democráticos que se han alternado en el poder. La revista The Economist registra en su edición del 16 de octubre que en Brasil la producción agrícola, sin contabilizar la pecuaria, creció más del 8 % al año.
Y en relación con la política, Brasil marcará el rumbo democrático de los países de América del Sur, donde la alternabilidad en el poder y el respeto de los Derechos Humanos, la descentralización y la integridad territorial, la cooperación y la solidaridad entre las naciones suramericanas, con alguna prevalencia imperial, que en la práctica puede sustituir parcialmente la tradicional e histórica hegemonía de los Estados Unidos, sin afectar las relaciones con la gran potencia del norte, cuya política de Estado ve con realismo y hasta beneplácito la influencia brasileña en estas latitudes.
Ya es de dominio público que Brasil busca, y en cierto modo avanza en, una salida al Atlántico y al Caribe a través de convenios de mutuos beneficios con sus países vecinos. Apoyada por los Estados Unidos, política que también es del conocimiento no sólo de los líderes latinoamericanos, sino también del mundo en general, la democracia brasileña se hará sentir en América de Sur y hasta es factible que por su independencia de otras potencias se convierta en el timón de la política exterior de esta región. La paz entre las naciones de América del Sur dependerá más de la consolidación de la democracia en la mayoría los países que la integran y de la intervención insoslayable del Brasil emergente.
Dilma Rousseff, al darle continuidad a la política de Estado de sus antecesores Cardozo y Lula, no debería confrontar mayores dificultades en el ejercicio de su mandato, para acelerar el proceso de integración de América del Sur, no sólo impulsada por su potencial económico y en particular sus grandes exportaciones e importaciones, sino también por el manejo inteligente que haga de UNASUR, apoyada en la política histórica, permanente, de ITAMARATY, símbolo y asiento de su Cancillería.
Normalizadas las relaciones diplomáticas y económicas entre Venezuela y Colombia, en las que no son extrañas las sugerencias y recomendaciones directas en lo personal de Lula e indirectas a través de UNASUR, se despeja substancialmente el camino de la integración entre la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y MERCOSUR, si no de la mano, sí estimulada e impulsada por Brasil y sus intereses de nueva potencia, en un mundo de firmes tendencias democráticas, en el que una política autoritaria como la del Comandante Hugo Chávez no encontrará asidero, enfrentada exitosamente, en lo interno, por la amplitud de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).