miércoles, 25 de febrero de 2009

CONSTITUYENTE Y RECONCILIACION

Juan Páez Ávila

Por razones de planificación diaria que exige el periodismo a los colaboradores de la página de opinión, este artículo debió ser entregado dos días antes de realizarse el acto electoral, de allí que cualquiera haya sido el resultado de los comicios de ayer, inferimos que además de continuar Hugo Chávez en la Presidencia de la República, la crispación, la tirantez, que ha generado graves señales de violencia política que podría romper los límites de la paz entre los venezolanos, el país requiere iniciar un proceso de reconciliación nacional, para lo cual la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente parece ser lo más indicado.
El difícil momento que atraviesa nuestra nación exige una gran madurez de los principales actores políticos, tanto del gobierno como de la oposición, para interpretar y manejar realidades y no simples deseos personales, para superar los extremos de una crisis de la democracia, que mediante el diálogo la retorne a sus causes constitucionales y la consolide en un futuro más mediato que inmediato.
Los dirigentes políticos tienen que borrar del lenguaje diario el señalamiento de amigos y enemigos, para referirse a quienes no compartan nuestras ideas o proposiciones. Aunque algunos lo duden, después de la caída de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, la mayoría de los venezolanos hemos cultivado una conciencia democrática que ha enfrentado con éxito intentonas de golpes de Estado de diversos signos políticos. La confrontación política ha tenido momentos cruciales en los que ha estado presente la amenaza de regresar a un catastrófico pasado de guerras civiles, pero se ha impuesto la sensatez, la convicción de que el mejor sistema político experimentado en el mundo, con todas sus fallas, ha sido y es el de la convivencia democrática. Las crueles dictaduras que tanto en nuestro continente como en otras latitudes, especialmente en Europa, encabezadas por Hitler, Musolini y Stalin, provocaron miles y millones de muertos en unos y otros países, tarde o temprano retornaron a la democracia. Hoy en el mundo civilizado tratan de perfeccionarla.
La dirigencia política de nuestro país está obligada ética e históricamente a intentar todas las fórmulas posibles que conduzcan a la tolerancia, a un nuevo pacto social que establezca el respeto y la convivencia civilizada entre todos los venezolanos, sin exclusión alguna. Y quien ha recibido el mayor respaldo de la ciudadanía en el Referendo, debe tomar la iniciativa de convocar al poder constituyente originario a expresar su voluntad soberana acerca del rumbo democrático de Venezuela.

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