miércoles, 25 de febrero de 2009

EL GOLPE 'BUENO'

Juan Páez Ávila

El primer decreto del Presidente de la República, en ejercicio de los poderes que le otorga la Ley Habilitante, mediante el cual se crea la Condecoración 4 de Febrero, para honrar a los principales lideres que participaron en el frustrado Golpe de Estado que él encabezó en 1992, es un indicador más de hacia dónde pretende el Comandante Chávez llevar el país, y una peligrosa exaltación del golpismo.
El decreto y la celebración del décimo quinto aniversario de la intentona golpista de esa fecha, deja muy claro que el Presidente se encamina hacia la consolidación de un régimen militar, aunque tenga un origen electoral. La exacerbación del papel de los militares en un gobierno no es nueva en América Latina ni en Venezuela; basta recordar el trienio 1945-48 en nuestro país o leer en cualquiera de los periódicos de la época los elogiosos ditirambos oficiales a la Gloriosa y Patriótica Juventud Militar que derrocó al gobierno del General Isaías Medina Angarita. Y aunque Rómulo Betancourt, Presidente de la llamada Junta Revolucionaria de Gobierno, trató de darle un carácter cívico y reformista en lo político, social y económico a su administración, los mismos militares que depusieron a Medina Angarita, derrocaron el 24 de noviembre de 1948 al Presidente Rómulo Gallegos, electo con más del 70% de los votos del momento.
10 años después cuando se restaura la democracia, tanto Betancourt como quienes le acompañaron el Golpe de Estado del 45, fueron muy prudentes con respecto a ese acontecimiento histórico que abrió la compuerta a los “golpes buenos”, y nunca se les ocurrió, no obstante gobernar durante varias décadas, celebrar ese día como “la nueva independencia”, tal como la llamaron los 3 años que duró el régimen impuesto por los militares.
La historia enseña, pero no todo el mundo aprende por la experiencia de otros. De allí que la peor amenaza que puede enfrentar en el futuro el gobierno del Presidente Chávez, no es RCTV cuya política editorial no impidió que ganara las elecciones con 7 millones de votos, sino el grave error de destacar el rol de un grupo de comandantes de asaltar el poder mediante un “golpe bueno”, con nuevas “esperanzas”.
El reconocimiento a un grupo de militares -porque no todos estaban presentes- que participaron en la frustrada rebelión militar del 4 de Febrero de 1992, puede ser un boomerang contra el Presidente de la República. Pues afirmar que estos oficiales se sacrificaron porque el país que estaba carcomido por la corrupción administrativa, es darle argumentos a otros oficiales para que en nombre de la decencia política, puedan y hasta deban sacrificarse insurgiendo mediante el Golpe de Estado contra un gobierno corrupto. ¿Qué pueden pensar los oficiales decentes, honestos y capaces, que parece que los hay muchos, cuando el propio Presidente Chávez afirma en su programa semanal, que el grave problema que tiene su gobierno es la corrupción y la ineficiencia administrativa de su equipo gubernamental?
Lo que la historia enseña es que la democracia sólo se fortalece con la consolidación de sus instituciones cívicas y militares, en la idea y convicción de que únicamente mediante el ejercicio del voto se deben cambiar los gobiernos legítimamente electos por la mayoría de los ciudadanos. De allí que el deber de un Presidente electo a través del voto, es educar para exaltar la democracia y no la violencia mediante el alzamiento de los militares, cualquiera sea la opinión que éstos tengan de ese gobierno democrático.

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