miércoles, 23 de mayo de 2012

PLEBISCITO


Juan Páez Ávila

Tal como afirmara el Vicepresidente Rangel, al retirarse la oposición de la contienda electoral del 4 de diciembre y concurrir solo los representantes del gobierno, dichas elecciones se convirtieron en un plebiscito, en el que el régimen obtuvo el 25 % de los votos emitidos, dejando al descubierto una difícil y peligrosa debilidad.
Difícil, porque muy pocos de los altos voceros del gobierno que han expresado sus puntos de vista, han entendido la gravedad del momento político y han insistido en continuar sus planes de la administración pública en contra de la mayoría de los venezolanos que con una abstención del 75% -según cifras del CNE- le han dicho que están equivocados. Sólo el propio Vicepresidente ha comprendido el significado de esa elevadísima abstención -que según cifras de instituciones privadas e incluso públicas que monitorearon el proceso electoral supera el 80%- y por eso ha propuesto volver a una mesa de diálogo.
Peligrosa, porque si predomina la voz de los neófitos o ciegos, que por una u otra razón pretenden continuar gobernando de espaldas al país, profundizando la crisis con juicios amañados, presos políticos y exclusión de la mayoría silenciosa que con su abstención lo menos que les pide es rectificación, el futuro mediato e inmediato puede resultar imprevisible.
El momento es para un diálogo sincero, en el que las partes lo primero que tienen que discutir y resolver es la necesidad de un nuevo CNE y en especial su funcionamiento como árbitro auténtico. Gobierno y oposición deben conocer el Registro Electoral, sin cartas escondidas como las direcciones de los votantes; ambos deben tener acceso a las máquinas electrónicas, con sus respectivos técnicos; el conteo del cien por ciento de las boletas depositadas en las urnas por los electores y su cotejo con los números que arrojan las máquinas. Y aunque no es mucho pedir para unas elecciones transparentes y confiables, las dudas persisten porque esto no lo resuelve el Vicepresidente, sino el Presidente de la República, quien concentra todo el poder y es el único que resuelve. Habrá que esperar.

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