miércoles, 23 de mayo de 2012

DIÁLOGO ENTRE CIVILIZACIONES


Juan Páez Ávila

El final de la guerra fría pareció abrirle al hombre de nuestro tiempo un largo y seguro período de convivencia civilizada, pero el incumplimiento del Programa de No Proliferación de Armas Nucleares y la actuación unilateral de algunas potencias para imponer soluciones por la fuerza a problemas como el terrorismo y el narcotráfico, estimuló a gobernantes autocráticos, tiranos, de pequeñas naciones a invertir miles de millones de dólares en la fabricación de bombas atómicas, abandonando en la miseria a la mayoría de sus pobladores, lo que ha traído nuevos peligros de destrucción y muerte masiva en el siglo XXI.
En un mundo amenazado por una evidente posibilidad de un estallido general de violencia, que ponga en peligro la paz de la humanidad, el Presidente de la primera potencia del universo, Barak Obama, llama al diálogo entre todas las naciones que por motivos diferentes profesan diversas religiones y se rigen por gobiernos con ideologías heterogéneas, a utilizar la mesa de conversaciones entre sus máximos representantes como la vía más adecuada para evitar que las armas continúen determinando las relaciones entre los pueblos y nos conduzcan a una hecatombe mundial.
Y aunque el contenido general de su discurso ratifica sus promesas electorales para buscar un clima de convivencia civilizada en el mundo de hoy, que todavía no ha podido frenar la proliferación de armas nucleares, el mensaje del Presidente Obama enviado desde Egipto señalándole al mundo que un diálogo multilateral, que deberá tener como escenario las Naciones Unidas, es el signo o esperanza de paz en nuestro tiempo, cambia substanciadamente la política hegemónica que colocaba en manos de una sola potencia las decisiones fundamentales para regir las relaciones entre todos los países del universo.
Sin embargo, para pasar del discurso a los hechos se requiere que el mensaje del Presidente Obama sea compartido por otras potencias mundiales, e incluso por las naciones emergentes que avanzan hacia el progreso material y espiritual de sus habitantes, para convertir a las Naciones Unidas en el Parlamento del Mundo, con la autoridad para aprobar las leyes fundamentales que garanticen los derechos humanos, la justicia social e internacional y todos aquellos derechos y deberes inherentes al bienestar de, y la paz entre, los seres humanos.
La humanidad podría estar entrando en una nueva fase, en un período de mayor énfasis en el respeto a que hombres y mujeres asuman la religión y la ideología que tengan a bien practicar en paz con sus semejantes que piensan distinto. Y aunque lleve tiempo, el hecho de que una potencia como los Estados Unidos proponga un diálogo entre las civilizaciones, puede sellar el camino hacia una paz permanente, no más muertos inocentes por la intolerancia de unos contra otros seres humanos. Y si ese es el rumbo mundial, hay que desarmar los espíritus de algunos hombres cargados de odio y de violencia, para convivir civilizadamente.

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