miércoles, 23 de mayo de 2012

HAY QUE CREAR UNA NUEVA REALIDAD

Juan Páez Avila


Vivo de la ficción para crear una nueva realidad

Entrevistan Ana América Chaviel y Leonardo García

"Me entristece la tragedia de millones de pobres en una nación en la que la riqueza natural, principalmente el petróleo, provee al Estado miles de millones de dólares, que son dilapidados como en cualquier emirato dirigido por un jeque corrupto y corruptor"

Luego de cuarenta y cinco minutos de carretera, llegamos a una antigua casa solariega, bajo el incendio del mediodía caroreño. Concluida la travesía tomamos refugio frente al calor. Y de cara a la inminente resolana, recuerdo la frase de un poema de Neruda: "Y si escogiera, el Sol nacería en el nombre de Carora".
Carora es tierra agreste de hombres universales que han dejado sus huellas indelebles en la historia, y uno de ellos es el personaje que ahora nos concede entrevista.
Juan Páez Avila es periodista y escritor, profesor titular de la UCV y ex-director de la escuela de Comunicación Social de esa casa de estudios; fue senador del extinto Congreso de la República y es columnista de los más importantes diarios del país, así como de algunas revistas nacionales y extranjeras.
"Carora es una isla cultural y una especie de Macondo, donde conviven la grandeza y la tragedia de los seres que la proyectan al mundo, con todo lo que ello tiene de contradictorio; el dialecto, que los enfrenta en la historia, la leyenda y el mito. Por eso es una pequeña ciudad universal, arrastrada hacia el sur heroico en el caballo y la espada de Jacinto Lara y Pedro León Torres; hacia el humanismo esencial en la pluma de Chío Zubillaga; hacia el arte mundial en las guitarras de Alirio Díaz y Rodrigo Riera, y en la poesía y el valor político y humano de Alí Lameda; hacia el progreso económico en el trabajo de sus hombres y mujeres que vencieron el desierto para producir una riqueza que los llena de orgullo por la creación de una raza de ganado Carora, reconocida como tal en nuestro país y más allá del continente americano.
Carora es algo parecido a la eternidad: puedes vivir en la gloria o en el infierno, según la herencia que puedas recibir y el esfuerzo intelectual y humano que seas capaz de realizar. Como en las pequeñas ciudades atenienses, en las que los patricios crearon la cultura y los esclavos (hoy trabajadores asalariados) la riqueza. En su evolución, Carora se incorpora también a la modernidad".
Prolífico autor, con obras tan resaltantes como La Juventud Censurada, investigación sobre los problemas de la juventud venezolana, reflejado por la prensa nacional durante el llamado Mayo Francés en 1968; La Otra Banda (novela); Cecilio Zubillaga Perera (biografía); Dos Guitarras de Carora y del Mundo (ejercicio narrativo sobre la obra de Alirio Díaz y Rodrigo Riera); Pasantías por el Parlamento (selección de sus intervenciones en el Congreso de la República); Coroneles de Carohana (novela que refleja el espíritu y la vocación autoritaria y rapaz del conquistador español del siglo XVI y la proyección en la mayoría de los políticos venezolanos a lo largo del tiempo, hasta nuestros días); y Alí el viajero enlutado (una excepcional radiografía novelada de un poeta extraordinario por sus textos, pero también por su vida).
En 1978 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo, mención Docencia. En 1979 el Premio de Cuentos del diario El Nacional con el cuento Atarigua; en 1980 el Premio de Cuentos de la Dirección de Cultura de la Universidad Santa María, con el cuento El Balcón de los Alvarez; y en 1981 el Premio Nacional de Literatura del Distrito Federal, con la biografía de Cecilio Zubillaga Perera.
-¿Qué lo inspira, qué lo entristece y qué lo hace feliz?
-De joven me inspiraba Carora y su entorno rural, hoy me inspira Venezuela y la sociedad universal con todas sus manifestaciones de incertidumbre, avance y retroceso. Y sobre todo Carohana, una ciudad que inventé para poder reflejar en mi obra literaria las vivencias que he experimentado en mi vida, que ha transcurrido en lo fundamental entre Carora, Barquisimeto y Caracas. En Carohana me hace feliz la contemplación de la belleza, en el paisaje, en la mujer y en la relación con mis amigos y mis alumnos, con todos los estudiantes que caminan hacia la universidad, que es como buscar un nuevo rumbo que conduce al saber y a la libertad. Me entristece la tragedia de millones de pobres en una nación en la que la riqueza natural, principalmente el petróleo, provee al Estado miles de millones de dólares, que son dilapidados como en cualquier emirato dirigido por un jeque corrupto y corruptor.
-¿Telúrico o espiritual?
-Me siento vinculado a la tierra y concibo la vida como algo profundamente espiritual. No me resulta incompatible una relación con la comarca, que es la expresión del telurismo, con el disfrute de los bienes del espíritu; aunque colocados en una balanza, si no son complementarios, me inclino por la espiritualidad.
-El amor. ¿qué significa para usted?
-El amor es el sentimiento más puro, más sublime, que une a las personas, en una doble vertiente: el amor hacia la familia consanguínea, que se expresa por mandato de la naturaleza humana; y el amor de la pareja sobre el cual no se puede generalizar, porque no es unívoco. Lo estrecha o lo separa el espíritu, el sexo, el soñar juntos, la vida y la materia. Pertenece al mundo del individuo y a la concepción que cada uno tenga del arte de amar.
-¿Más escritor, más periodista o más político?
-El escritor, el periodista y el político pueden complementarse. La política domina la escena mundial y ha ocupado el quehacer humano a lo largo de la historia, tratando de responder a las grandes interrogantes que se plantea el ser humano en la sociedad. Y aunque no ha encontrado respuesta ni solución a las desigualdades sociales, insiste en cambiar el mundo que le ha tocado vivir. El escritor y el periodista tratan de plasmar esa realidad en sus obras, para dejar testimonio de su inconformidad con el tiempo del cual son testigos de excepción, porque pueden aprehenderlo y archivarlo en la conciencia del ser humano.
Yo me hice periodista para intentar ejercer la política con mayor efectividad, estableciendo una comunicación de ideales y sueños con la sociedad, lo cual me condujo también a la literatura. Mi última fase vital es la de escritor, con la pretensión de comunicarle a mis amigos y a los hombres y mujeres del futuro, mediante la palabra escrita, la percepción que tengo de la época que he vivido. Si lo logro me sentiría feliz, camino a la eternidad.
-¿Vive de la ficción o de la realidad, de la objetividad o la subjetividad?
-Vivo en una realidad cuyas manifestaciones esenciales no satisfacen el ideal de una sociedad igualitaria, justa, en la que los seres humanos sean más solidarios. Vivo de la ficción para crear una nueva realidad, que divierta y disfruten mis amigos, mis lectores. Trato de transformar el mundo objetivo, desde mi subjetividad. Recrear la realidad o crear otra desde el interior de nuestra conciencia, es lo que justifica mi condición de escritor.

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