miércoles, 23 de mayo de 2012

LEDEZMA EN LA ENCRUCIJADA

Juan Páez Ávila
Después de la persecución desatada contra Manuel Rosales, el secuestro y prisión del General Raúl Baduel y las sentencias infamantes contra los comisarios Simonovis, Vivas y Forero, y los policías metropolitanos, la política violatoria de la Constitución Nacional del Comandante-Presidente embiste contra el Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma, despojándolo del Presupuesto y hasta de las oficinas, previamente asaltadas por grupos parapoliciales o paramilitares, para obstaculizarle el ejercicio constitucional de sus funciones de autoridad civil máxima del área metropolitana electa por más de 700 mil votos, lo cual lo coloca en una encrucijada, frente a la cual debe escoger el camino correcto, tal como lo ha venido transitando, con coraje, pero sin caer en provocaciones.
La experiencia de Ledezma unida al valor cívico demostrado en múltiples acontecimientos políticos, al frente de marchas y contramarchas, puede y debe permitirle resistir la arremetida del jefe único en su rumbo hacia el totalitarismo. Otros dictadores o aspirantes serlo, como los Generales Pérez Jiménez, Augusto Pinochet y Alberto Fujimori, fueron derrotados por la acción cívica de sus respectivos pueblos. De allí que no es cierto que acumular todo el poder del Estado en una sola persona, sea garantía para perpetuarse en el ejercicio de un mandato despótico. Y en los tiempos que corren, especialmente en el hemisferio occidental en el que no sólo predominan los gobiernos democráticos, sino también que se han firmado acuerdos y tratados en defensa de los derechos humanos y de la democracia en general, que han comenzado a ser aplicados a los gobernantes que hayan violado esos tratados.
Las alarmas que indican que en Venezuela el gobierno del Comandante Chávez se ha colocado al margen de la Constitución Nacional y de la democracia occidental y sus acuerdos multinacionales, han comenzado a oírse y han obligado a varios jefes de Estado a asumir posiciones condenatorias de muchas arbitrariedades cometidas por altos funcionarios gubernamentales por órdenes evidentes del Presidente de la República.
Y aunque no será la conducta de los gobiernos extranjeros del universo democrático lo que decidirá el destino de los venezolanos en el presente y en nuestro futuro político, los demócratas que encabezan las luchas en defensa de la Constitución nacional, apoyados por las organizaciones políticas y la sociedad civil en general, tienen la ventaja de actuar en un momento de firme y clara solidaridad internacional. La decisión de Antonio Ledezma de agotar las instancias legales en el país, consciente de que todas responderán a las órdenes del jefe único, es un eslabón imprescindible para que puedan actuar los organismos internacionales.
Para confirmar la justeza de la reacción política de Ledezma, sólo sería necesario recordarles a los venezolanos, que en tiempos más difíciles, cuando no existía la solidaridad democrática internacional de hoy, cuando en los años 1957-58, ese mundo democrático encabezado por los Estados Unidos, le retiró el apoyo al General Pérez Jiménez, la repercusión llegó a su entorno más cercano, de civiles y militares que lo abandonaron y se adhirieron al pueblo, que expresaba su repudio a la dictadura, encabezado por una Junta Patriótica que unía a todos los sectores de la sociedad venezolana de entonces.
En la encrucijada en que lo colocó el gobierno del Comandante en Jefe, Hugo Chávez, el Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, de acuerdo con la experiencia venezolana y mundial, tomó el camino acertado y es necesario que la alternativa democrática lo acompañe.

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