viernes, 6 de marzo de 2009

LA ABSTENCION

Juan Páez Ávila

La tendencia de un elevado porcentaje del electorado a no concurrir a votar por desconfianza en el Consejo Nacional Electoral, es fácil de explicar por la abierta parcialización de la mayoría de ese organismo con el gobierno, pero hasta ahora sólo ha servido para facilitarle el triunfo al oficialismo. Quedarse en la casa el día de las elecciones no demuestra una actitud de conciencia ciudadana, ni justifica la menor protesta por los resultados electorales, aunque éstos sean fraudulentos.
Acudir a votar no sólo es el ejercicio de un derecho constitucional, sino también la revelación de una firme disposición de ratificar la conciencia democrática de la mayoría de los venezolanos y la única manera de estimular la lucha por la consolidación del Estado de Derecho. La mayoría de las naciones democráticas y desarrolladas del mundo han atravesado coyunturas o momentos críticos muy parecidos a los que vive Venezuela, y sólo han encontrado en la participación activa en los procesos electorales, la forma más eficaz de cambiar la violencia oficial por un régimen de libertades públicas.
Derrotar la abstención es un deber del ciudadano democrático, que aspira vivir en un sistema de respeto a los derechos humanos, de propiedad privada en función social y de libertad de expresión del pensamiento de todos los integrantes de la nación. La sociedad civil, que ha adquirido un alto grado de conciencia democrática, está en capacidad de darle un giro, un cambio histórico al militarismo fascista que el gobierno trata de imponer a los venezolanos.
La participación masiva y la disposición a defender el voto es un recurso constitucional que la sociedad civil puede poner en manos de la oposición unida, un poderoso instrumento para denunciar cualquier intento fraudulento del oficialismo y reclamar el respeto a la voluntad de la mayoría que aspira vivir en libertad y abrirle un camino de bienestar a los marginados de hoy a las generaciones futuras.
Después de alcanzado el objetivo de la unidad de la oposición, la gran responsabilidad para lograr el éxito en las elecciones del 4 de diciembre del 2005 y la subsiguiente del 2006, queda en manos de la sociedad civil, de cuyo entusiasmo en la participación depende el triunfo y la capacidad de defenderlo.

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