domingo, 1 de marzo de 2009

GUSTAVO CARMONA

Juan Páez Ávila

Conocí a Gustavo Carmona como la mayoría de los larenses, cuando comenzó a ejercer funciones de Director de este diario y pude valorar sus excepcionales condiciones de periodista que no sólo contribuyó a modernizar El Impulso, sino que también lo consolidó como un medio de comunicación al servicio de la sociedad centro occidental. Y como la mayoría de los larenses he lamentado y lamentaré siempre su desaparición física, no sólo porque hemos perdido un baluarte del periodismo moderno y democrático, sino también porque en lo personal fuimos entrañables amigos, y extrañaré, como lo pude experimentar a lo largo de su dolorosa convalecencia, no poder dialogar con él sobre aspectos fundamentales del periodismo, la política regional y nacional y acerca de todo lo que la vida misma le depara en común a los seres humanos compenetrados con su tiempo.
Nuestros diálogos tuvieron como principal escenario la sede del Congreso de la República, en el que Gustavo representaba al Estado Lara en la Cámara de Diputados y yo en el Senado. Los temas siempre tuvieron relacionados con los problemas económicos, sociales y políticos de nuestra región y con el país en general. Esos diálogos me permitieron conocer un hombre profundamente larense, preocupado por el desarrollo y bienestar de la sociedad de nuestra región, lo cual nos identificó con la labor que deberíamos realizar como parlamentarios, aún cuando como independientes habíamos sido electos en planchas diferentes, cuyos partidos tenían concepciones distintas en lo ideológico. Y aunque Copey y el MAS coincidieron en la defensa de los intereses económicos y sociales de los habitantes del Estado Lara, tal vez nuestra condición de independientes nos permitió abordar con mayor cercanía y reciprocidad el tratamiento que le deberíamos dar a esos problemas de la región. Yo los expuse en los debates de la Cámara del Senado, como articulista de El Impulso y entrevistado en sus páginas informativas. Gustavo, más ganado por el periodismo, los reflejaba en el periódico que dirigía magistralmente. La semana siguiente volvíamos a tratar la problemática de nuestro Estado, que en extensión era la misma de todo el país, y le dábamos el mismo tratamiento.
De esa mutua preocupación, que me llevó conocer a un gran ciudadano, surgió entre nosotros una gran amistad, lo que a su vez me permitió constatar la existencia de un ser venezolano, larense, de extraordinarias condiciones humanas, sincero y generoso en la relación amistosa, sin dejar de ser vertical en sus ideas y principios. Nuestras convicciones democráticas, respetuosas de la diversidad de pensamiento, nos acercaron en lo humano y estoy seguro que ambos arribamos a las mismas conclusiones: en Venezuela se puede convivir en paz, sin falsas posturas, tratando de contribuir, desde trincheras diferentes, con el progreso y bienestar de sus habitantes.
He expresado en privado, y hoy lo hago en público, mi solidaridad con su familia, a la que conocí a través de Gustavo y a la que he aprendido a valorar por su dedicación al trabajo útil y productivo, en beneficio de sus integrantes, de los larenses y de toda Venezuela. Paz a los restos de Gustavo, cuyo paso por esta vida dejó huellas sociales y humanas que no lo dejarán morir espiritualmente, por mucho tiempo, mientras su familia y quienes le conocimos y lo despedimos en su féretro, vivamos con la decisión inquebrantable de continuar luchando por los ideales democráticos que compartimos y con la sinceridad vital que a él lo caracterizó.

1 comentario:

  1. Gracias por sus palabras y el aprecio siempre demostrado por papá. Hoy, años después de su publicación, consigo estas palabras que me llenan el corazón de orgullo.
    Gracias Don Juan, Gracias por el cariño que sé era reciproco.
    Un abrazo.

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