domingo, 1 de marzo de 2009

EL PODER POPULAR

Juan Páez Ávila

El reconocimiento del Poder Popular como expresión del Soberano siempre ha estado presente en las campañas electorales por la conquista o consolidación del Poder Ejecutivo, que luego algunos funcionarios lo ejercen en su nombre aunque los beneficiarios sean unos pocos, una pequeña oligarquía política y económica que surge alrededor del Jefe del Gobierno. Esta constante que ha marcado la historia de América Latina, emerge en nuestro país acechada por la ilimitada ambición que estimula en los traficantes de la política la existencia de una riqueza petrolera, de la que disimulada o descaradamente se han venida apropiando ilícitamente los oligarcas de siempre y los nuevos administradores del poder.
El saqueo de que hoy es víctima Petróleos de Venezuela (PDVSA), según denuncias hechas públicas y presentadas en la Asamblea Nacional y en la Fiscalía General de la República, por el Padre Palmar y el periodista Diocenis García, ambos vinculados a la revolución bolivariana desde cuando el Presidente Chávez era candidato por primera vez, confirma lo expresado en el párrafo anterior. A nombre del Poder Popular se inventa el socialismo del siglo XXI, promovido para crear un hombre nuevo y alcanzar la mayor suma de felicidad posible -según mandato de Simón Bolívar, para tocar la fibra nacionalista de los venezolanos- mientras algunos altos jerarcas del Poder Ejecutivo amasan ilícitamente inmensas fortunas que generalmente trasladan a bancos extranjeros en los llamados paraísos fiscales.
Al Poder Popular lo han convertido en una bandera fraudulenta, cuando desde el poder central del Estado se plantea la necesidad de modificar la Constitución Nacional vigente o crear una nueva, sin consultar al pueblo soberano. Se propone otorgarle al Jefe del Estado facultades de fundar ciudades, comunas y nuevas jurisdicciones político-territoriales sin oír la opinión de los ciudadanos, de los electores que constituyen el verdadero Poder Soberano.
.Para que el Poder Popular sea una realidad en la vida política de la nación, es imprescindible que se respete el derecho a elegir sus gobernantes, pedirles rendición de cuentas y cambiarlos cuando lo consideren conveniente a los intereses del pueblo soberano. Que el Jefe del Estado dependa del Poder Popular y no la inversa.

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