miércoles, 22 de abril de 2009

LA UNIDAD DE LA OPOSICIÓN

Juan Páez Ávila

Inspirados en la experiencia del 2 de diciembre de 2007 cuando la unidad de la oposición para enfrentar la tendencia autoritaria del actual Presidente de la República a quien se le enrostró su primera gran derrota electoral, y estimulados por el espíritu del quincuagésimo aniversario del 23 de enero de 1958, la mayoría de los partidos políticos que procuran un cambio en democracia, firmaron un primer acuerdo, que debe servir de base para escoger y presentar al electorado un solo candidato para disputarle al oficialismo las gobernaciones, alcaldías y otros cargos de elección popular el próximo mes de noviembre.
Este primer acuerdo de los partidos políticos de la oposición, para que exprese realistamente el espíritu y mandato del 2 de diciembre tiene que avanzar hacia la incorporación de la disidencia chavista y del movimiento juvenil universitario que sacudió los cimientos de la política venezolana a lo largo del año 2007, y que representan no sólo la amplitud política fundamental en estos tiempos, sino también el nuevo rostro de especial y necesaria credibilidad. De allí que guiados por el espíritu de ese primer acuerdo unitario, la convicción de que el mandado no está hecho todavía, debe pasar por la prueba más difícil de la selección de los mejores candidatos entre muchos aspirantes con legítimas o aparentes credenciales para optar a los cargos respectivos.
La disidencia chavista expresada, por ahora, por PODEMOS y las voces del General Raúl Baduel y Marisabel Rodríguez no ha sido medida por las encuestas, pero para cualquier observador o analista político que se aproxime con cierta objetivad a los resultados del 2 de diciembre, deduce fácilmente que la derrota del Comandante en Jefe para perpetuarse en el poder, no hubiera sido posible sin la presencia firme y opositora de los nuevos líderes juveniles y de quienes rompieron con el socialismo autoritario.
La reciente experiencia política es un claro indicador de que la disidencia chavista y el movimiento juvenil universitario forman parte de una nueva realidad que no se puede obviar. La mesa está servida, pero faltan algunos comensales por llegar, y otros que como la Iglesia Católica no podrán sentarse en la misma para la discusión definitiva, deben consultados.
Si se logra combinar la experiencia de algunos líderes batalladores y honestos, con el espíritu, la imagen y la presencia de una juventud que llegó para hacer historia, y los socialistas democráticos que han abandonado y abandonarán la filas de un movimiento que fue esperanza de millones de venezolanos, pero que se desvió hacia el caudillismo y el autoritarismo, caminaremos hacia un segunda victoria.

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