miércoles, 22 de abril de 2009

LA PRÓXIMA BATALLA

Juan Páez Ávila

A pocos días de las elecciones del 23 de noviembre, en las que Hugo Chávez le levantó la mano a sus candidatos a las gobernaciones, con algunas excepciones entre las que resultó evidente la de Henry Falcón en el Estado Lara, y después de experimentar una gran derrota en las principales regiones del país, el comandante en jefe desafía la Constitución Bolivariana y ordena a sus subalternos e incondicionales a aprobar una Enmienda Constitucional para tratar de reelegirse indefinidamente en la Presidencia de la República. Sin darle tregua a los venezolanos para que disfruten de las navidades, y en particular a los partidos políticos y a la sociedad civil para que saboreen la mieles de la victoria, Chávez recorre el país levantándoles otra vez la mano a quienes salieron electos con sus votos, como para que no quede duda alguna de que el gran elector es él, el jefe supremo, el imprescindible si quieren continuar gobernando. Violando la Constitución Nacional, después que la mayoría de los venezolanos le dijo NO a su reforma constitucional para reelegirse hasta el fin de sus días, en el referendo del 2 de diciembre, llama y obligará al país a una nueva batalla electoral, con la pretensión de eternizarse en Miraflores.
Aunque el Presidente Chávez obtuvo mayoría de votos en todo el país, perdió Caracas y Miranda, Carabobo y Táchira y no pudo conquistar Zulia y Nueva Esparta, la próxima gran batalla será más social que política, nunca bélica a pesar de que la revolución esté armada, y se librará en los barrios pobres de la gran capital, donde el Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, el Alcalde de Sucre, Carlos Ocariz, y el Gobernador de Miranda, Enrique Capriles Radonsky, con menores recursos económicos, tendrán que disputar con el Alcalde el Municipio Libertador, Jorge Rodríguez, quien dispondrá de recursos propios y los que el Comandante le asigne, la realización de las más efectivas políticas de inclusión, de los millones de caraqueños y mirandinos, que todavía viven en la miseria.
Ledezma, Ocariz y Capriles, apoyados por los Alcaldes de Chacao, Baruta y El Hatillo, ya han comenzado a planificar conjuntamente las principales políticas para enfrentar la inseguridad, la congestión del tráfico automotor, la salud, la educación y otros graves problemas sociales que afectan a la mayoría de la población de las barriadas, para lo cual han llamado al Presidente de la República y al Alcalde Rodríguez para trabajar conjuntamente. El Comandante en Jefe no atendió al llamado y ordenó a Rodríguez impulsar las mismas políticas para convertir a Caracas en una ciudad “roja rojita”, y dio comienzo a su campaña electoral por la aprobación del próximo referendo por la reelección indefinida, dando por descontado que la Asamblea Nacional aprobará la Enmienda Constitucional requerida, para dar cumplimiento a su mandato, en las primeras sesiones del año 2009.
De allí que no es aventurado inferir, como hipótesis, que las amenazas, los insultos, las bravatas y los llamados del Jefe Único a sus batallones y escuadras a prepararse para barrer la oligarquía, a Globovisión y a los escuálidos que le sirven al imperialismo, no son otra cosa que la continuación de la lucha por perpetuarse en el poder. Las cuentas le resultan muy claras, aunque en público trate de manipularlas, para convertir su derrota en “una gran victoria socialista, revolucionaria y bolivariana”. Perdió la gran Caracas por la ineptitud de sus alcaldes impuestos por su dedo hegemónico, pero salvó la honrilla en el Municipio Libertador, por la división de la oposición y tal vez por la juventud e inexperiencia del candidato de la unidad, Stalin González, quien hizo un estelar papel al obtener más de 40% de los votos.
A la oposición sólo le queda el tiempo necesario para un breve análisis para determinar por qué se perdió en determinados estados y municipios, llamando nuevamente a la unidad de todos los demócratas que adversan a Hugo Chávez, incluso a muchos militantes del chavismo que discrepan de la reelección perpetua del comandante único, cerrándole el paso a quienes han logrado forjar su propio liderazgo. La crítica, para ser sincera, debe ir acompañada de la autocrítica, nada de prepotencias ni mezquindades. Chávez es un animal político que no permite respirar hondo al adversario, para derrotarlo todos los sectores democráticos y sus votos son necesarios, y todo indica que sí es derrotable.

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