miércoles, 15 de abril de 2009

LA DICTADURA PERFECTA

Juan Páez Ávila

En el hemisferio occidental se consolida, aunque con algunos serios tropiezos que han dejado una lamentable estela de violación de los derechos humanos, el sistema democrático que desde la revolución francesa con la conquista de la libertad, justicia e igualdad, el hombre -y la mujer desde luego en esta época- se han empeñado en establecer como forma civilizada de convivencia en la sociedad. Después de la derrota del nazismo y del fascismo en Alemania e Italia y el derrumbe de la Unión Soviética, para mencionar los ejemplos de mayor repercusión mundial, la humanidad se inclina a buscar solución a sus problemas económicos y sociales en un régimen en el que la pluralidad y el respecto entre los adversarios, permita dilucidar sus diferencias en libertad.
En nuestro subcontinente latinoamericano, lo que el escritor Mario Vargas Llosa llamó la dictadura perfecta para referirse a la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México, mediante el control de los Poderes Públicos y de la sociedad en general por parte del Poder Ejecutivo, no sólo se desplomó en la nación mexicana, sino que con los recientes resultados electorales escrutados en Paraguay, también han finalizado más de 60 años de hegemonía de la Partido Colorado, con lo que queda demostrado que toda dictadura es imperfecta por lo derrotable a corto o largo plazo. Tanto la dictadura sostenida mediante la represión brutal contra quienes piensan distinto, como aquella que pretende lavarse el rostro oscuro de la violencia, exhibiendo una fachada democrática por su origen electoral, pero controlando todos los poderes y la sociedad en general sin contrapesos legales, han sido derrotadas por la voluntad libertaria del ser humano.
De allí lo que comienza a observarse y a conocerse en Cuba como un giro lento pero irreversible hacia una apertura a la convivencia en un régimen de mayores libertades económicas, con la evidente inclinación a abrir otros caminos hacia la libertad política, en la que ya comienza a oírse y a leerse la palabra de Fidel Castro como parte de una voz importante, pero no de un mandato. Y en nuestro país, si triunfa la oposición, como lo indican las encuestas, debemos prepararnos para la reconciliación de todos los venezolanos y una convivencia pacífica, civilizada, con el chavismo.

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