miércoles, 22 de abril de 2009

LA PROTESTA ESTUDIANTIL

Juan Páez Ávila

La conmoción que han producido en la sociedad venezolana las manifestaciones pacíficas y multitudinarias de los estudiantes en Caracas y en las principales ciudades del país en defensa de libertad de expresión, no sólo se debe a la protesta contra la decisión del Presidente de la República de cerrar RCTV, con el subterfugio de no renovarle la concesión, sino también al rol protagónico que históricamente ha jugado la juventud en momentos de crisis.
La aparición de un nuevo y poderoso liderazgo juvenil puede cerrarle el paso a la tendencia totalitaria del gobierno, si logra tomar conciencia de cuál es el significado de su presencia en el escenario político del momento, cuáles son las diferentes formas de lucha que tiene que emplear para no decaer y quiénes son sus aliados en circunstancias extremadamente complejas. Los jóvenes de la Generación del 28 lograron a partir de su emergencia contestataria, darle un vuelco en pocos años a la situación política y cultural del país al trazarse claros objetivos de lucha por la sustitución de una tiranía por un sistema democrático de gobierno. Para alcanzarlo crearon partidos políticos, periódicos, movimientos gremiales, sindicatos y otros organismos sociales propios de la época para conducir el país hacia una república democrática, plural y moderna. ¡Hasta dónde lo conquistaron pertenece ya juzgarlo a la historia!
El cierre de RCTV ha sido un detonante, no para salir en defensa del imperialismo y de la oligarquía venezolana sino para sacudir de la inmovilidad a la más incontaminada y poderosa fuerza psicosocial de una sociedad, y desencadenar la protesta juvenil ante el peligro de ver cercenada su libertad de expresarse libremente y la implantación de un régimen militarista en el que sólo piensa y decide el Comandante en Jefe.
Los estudiantes han ganado una primera batalla política y posiblemente le ahorren al país una dura experiencia autocrática Le han colocado al Presidente un valladar de dignidad, coraje y sapiencia al desafiarlo a una confrontación de ideas, a un debate democrático, y oponerle una poderosa e imbatible barrera pacífica al proyecto “socialista del siglo XXI”, que con las primeras políticas tomadas por el jefe único ha quedado al descubierto como intolerante y militarista.
Y aunque muchos lo duden, ante esta vigorosa resistencia juvenil con repercusión en toda la sociedad, el Presidente puede rectificar algunas de sus políticas del plan general, o posponerlas como ha hecho con la Reforma Constitucional. Para ello es necesario que el movimiento estudiantil no sólo reciba respaldo de los sectores democráticos del país y del mundo, sino también que no se obnubile por este primer triunfo que ha revelado su potencial. Para otras batallas requiere más organización, reflexión y difusión de sus ideales democráticos y libertarios. Venezuela requiere una nueva generación de líderes formados científicamente en las universidades y éticamente en los hogares.

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