miércoles, 22 de abril de 2009

LA REELECCIÓN DE LULA

Juan Páez Ávila

Aunque tiene que participar en una segunda vuelta para garantizar su triunfo en las pasadas elecciones en Brasil, los porcentajes obtenidos en la primera ronda indican que el Presidente Lula será reelecto, y los progresos sociales y económicos alcanzados en sus primeros cuatro años de gobierno tendrán continuidad y posiblemente muchos de ellos se profundizarán para bien de millones de brasileños que por siglos vivieron excluidos de los indudables avances que han hecho de Brasil la novena economía del mundo.
Su victoria, a pesar de los golpes bajos recibidos por la acción corrupta de muchos de los altos dirigentes de su propio Partido de los Trabajadores (PT), consolida su liderazgo en el interior de su país, pero lo obliga a ser más vigilante de la conducta pública de sus compañeros en funciones de gobierno, y en particular de sus parlamentarios, entre quienes se filtraron oportunistas indeseables y traficantes que esperaban el momento adecuado, la influencia en el poder, para el enriqueciendo ilícito.
El que la mayoría de la sociedad brasileña lo haya obligado a ir a una segunda vuelta, es una demostración de la madurez democrática de ese país. Lo reelige porque lo juzga honesto, no cómplice de las corruptelas de algunos de sus copartidarios, pero posiblemente exija un mayor adecentamiento de la función pública. Y es de esperar que Lula sea implacable contra los corruptos, que se apropian ilegalmente de una riqueza que le pertenece al pueblo brasileño. Superados los escollos internos, después de alcanzar un despegue económico que incorpora a millones de brasileños al trabajo permanente y a la seguridad social, también es factible esperar una presencia más activa de su liderazgo democrático en América Latina y en el mundo desarrollado, donde Brasil tiene voz y tiene peso, para hacer oír los planteamientos y aspiraciones acerca de la necesidad de construir una sociedad en la que impere la paz y el bienestar de los pueblos y las naciones.
En una economía irreversiblemente globalizada, América Latina requiere una voz respetada y respetable, inteligente y sensata, que una y no divida a las naciones, que comprenda la época que vivimos y contribuya a la solución de nuestros problemas.

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