sábado, 14 de noviembre de 2009

PARTIDOS Y SOCIEDAD CIVIL

Juan Páez Ávila

Aunque falta aproximadamente un año para que se realicen las elecciones para los nuevos diputados a la Asamblea Nacional, algunos gobernadores y alcaldes que no fueron electos en los anteriores comicios, y Concejos Municipales, la crispación que se observa en las relaciones de los Partidos Políticos y la Sociedad Civil, obliga a una seria reflexión de las direcciones de los Partidos, en torno a la responsabilidad que tienen de enviarle al país democrático un mensaje de amplitud, tal como lo hicieron en los tiempos del esplendor partidista.
La disputa que ha surgido en la oposición o en la alternativa democrática, entre los Partidos Políticos y la Sociedad Civil tiene su origen en la conducta sectaria, desde hace muchos años, de las direcciones las organizaciones políticas, y sólo puede ser solucionada por sus nuevos dirigentes, que sean capaces de comprender las nuevas realidades creadas no sólo por su derrota en las elecciones de 1998, sino también por el acceso al poder de un militar con la anuencia de quienes consideraban que había que liquidar a los Partidos Políticos y a muchos de sus dirigentes.
Los Partidos fueron feroz y equivocadamente atacados hasta debilitarlos a un extremo que 10 años después no han podido recuperarse a los niveles de volver a conducir la política fundamental del país, incluyendo al PSUV que en vez de dirigir es dirigido por su Comandante en Jefe.
Los Partidos Políticos marcharon durante décadas muy cerca de la sociedad civil, incluso exaltaron grandes figuras del mundo de la ciencia, la tecnología y la cultura en general, muchos de los cuales fueron llevados al Parlamento y a los gabinetes que formaron los triunfadores. La sociedad civil se sintió representada en las organizaciones políticas, de allí que el enfrentamiento de hoy debe ser abordado con la amplitud e inteligencia con que lo hicieron los fundadores de los Partidos, de la democracia y el pluralismo que incluya a muchos representantes de la sociedad civil como candidatos a los Concejos Municipales y la Asamblea Nacional.
La Unidad Perfecta no puede ni debe ser producto de un política monopólica de los Partidos Políticos, que actuaría en contra ellos y contra la alternativa democrática, sino el fruto del reconocimiento de muchos valores democráticos, que no militan en las organizaciones políticas, pero que representan importantes manifestaciones de la Venezuela emergente, tales como estudiantes, empresarios, nuevos sindicalistas y hombres y mujeres que, con vocación de servicio, han permanecido, desde distintos espacios, al lado de los mejores intereses de país. La Sociedad Civil no debe lanzar candidatos ni siquiera por iniciativa propia. Los Partidos Políticos deben presentarlos en sus planchas y circuitos, porque antes y después de las elecciones la responsabilidad es y será de sus dirigentes.
Es necesario que las direcciones de los Partidos Políticos evalúen con amplitud el surgimiento en la Sociedad Civil de un nuevo liderazgo, vinculado a los movimientos estudiantiles, sindicales, gremiales y populares para presentárselos a los electores como la demostración de una política que busca unir a todos los venezolanos de la alternativa democrática y no exclusivamente a los miembros de los aparatos partidistas, que también deben formar parte de los cuerpos legislativos.
La dura experiencia venezolana de 10 años de brutal dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, llevó a los Partidos Políticos fundamentales a entenderse, primero para derrotar al tirano, y segundo para gobernar con la sociedad civil. El Congreso de la República representó, por muchos años, a todos los sectores de la sociedad venezolana. Conjuntamente con los dirigentes políticos, fueron electos dirigentes sindicales, empresariales, académicos y campesinos, que dirimían sus diferencias de enfoque sobre los problemas fundamentales del país, en un debate democrático, en el que funcionaba la mayoría, pero con respeto a la minoría. La sociedad civil se sintió representada, hasta que los Partidos devinieron en maquinarias electorales desvinculadas del soberano, tomó cuerpo la antipolítica y el país cayó en este marasmo de socialismo autoritario, del cual sólo saldremos si los demócratas nos volvemos a unir con la amplitud que el momento histórico nos exige

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