sábado, 14 de noviembre de 2009

PRESUPUESTO Y ELECCIONES

Juan Páez Ávila

En todas las elecciones que se realicen en un país, cuyo gobierno maneja el Presupuesto Nacional a discreción del Presidente de la República o que simplemente es utilizado parcialmente, como siempre ha sucedido, la oposición requiere de un mínimo de apoyo económico para poder competir con posibilidades de éxito, pero no es cierto, y en nuestro país sobran ejemplos para demostrarlo, que es imprescindible disponer de un Presupuesto del Estado para ganar las elecciones. En varios de los procesos electorales celebrados en la segunda mitad del siglo XX, en la época de la democracia representativa, muchos candidatos invirtieron miles de millones de bolívares y salieron con las tablas en la cabeza. Y otros candidatos ganaron desde la oposición, como Rafael Caldera I y II, Carlos Andrés Pérez I, Luis Herrera Campins, Jaime Lusinchi y Hugo Chávez I. No es nada difícil demostrar que se requiere también un liderazgo personal, una maquinaria electoral y un mensaje oportuno, adecuado a las exigencias fundamentales de los electores.
Antonio Ledezma, sin manejar ningún presupuesto e incluso con la opinión en contra de algunos dirigentes de la oposición que se apoyaban en algunas encuestas, en el año 2008 le ganó las elecciones para la Alcaldía Metropolitana de Caracas al mejor candidato del chavismo, Aristóbulo Istúriz, lo que para Hugo Chávez no sólo fue una derrota democrática, sino que lo vio como una amenaza a su liderazgo y ordenó estrangularlo económicamente para sacarlo del juego político, pero le resultó un boomerang.
Lo primero que hizo el Comandante Presidente fue ordenarle a sus correligionarios y subalternos de la Asamblea Nacional, que aprobaran una Ley para crear una autoridad ejecutiva, nombrada por él a dedo, y le quitaran más del 90% del Presupuesto al Alcalde electo, que le corresponde por disposición constitucional, para que pasara a ser administrado por su representante directa, la Ingeniera Farías. El Comandante Chávez se equivocó en dos aspectos fundamentales de la política. El primero, que olvidó su propia experiencia cuando ganó las elecciones para Presidente de la República en 1988, sin manejar prepuesto alguno, porque las condiciones políticas favorecían una candidatura que aparecía como la respuesta al descontento de millones de venezolanos que luego sufragaron por un militar, que no había pateado barrios, sino cuarteles. Y segundo, que no ha podido ni podrá quitarle a Antonio Ledezma, la autoridad que le otorga el ser electo por el voto popular, Alcalde Metropolitano, que le permite no sólo volver a patear los barrios, algo que ha hecho durante muchos años, sino también un escenario internacional como lo acaba de demostrar con su gira exitosa por América y Europa.
Y aunque se busque un Fiscal que lo impute falsamente y un Juez que lo condene inconstitucionalmente, lo cual sería un tercero y gravísimo error del Comandante Presidente, Antonio Ledezma seguirá siendo Alcalde Metropolitano en la cárcel o en el exilio, como Hugo Chávez no dejó de ser Presidente de la República cuando lo apresaron algunos militares y lo llevaron a la isla de La Orchila, camino al exilio. Y si Antonio Ledezma no tiene un General como Raúl Baduel, jefe de una Brigada o División militar que lo retorne victorioso a su cargo, tiene un bravo pueblo que sufragó mayoritariamente para que fuera y ejerciera, por un período constitucional, el cargo de Alcalde Metropolitano, con todo el derecho a exigir que se le respete.

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