martes, 19 de octubre de 2010

La Entrevista
Jueves 13 de Noviembre de 2003 | 18
TalCual
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"Falta un periodismo que reconcilie"
Ex director de la escuela de comunicación social de la UCV, Juan Páez Avila, quien se dispone a presentar su obra Alí el viajero enlutado, cree que en este momento no hay cabida para la imparcialidad en el reporterismo venezolano
Pedro Pablo Peñaloza
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–¿Cómo evalúa al periodismo venezolano de estos tiempos?
–Tengo la convicción de que en estos momentos estamos viviendo una de las mejores etapas del ejercicio del periodismo venezolano.

Se ha elevado la conciencia del profesional del periodismo e, incluso, del editor. Al periodista se le ha obligado a asumir posiciones y opinar, y creo que eso lo ha convertido en un profesional mucho más destacado y respetable.

–No comparte la crítica sobre la falta de ética de los medios de comunicación.

–No estoy de acuerdo con eso.Todo lo contrario, el periodista es un ser que juega un papel en la sociedad y está obligado a asumir una actitud según sus ideas y pensamientos. No tiene porqué ser un eunuco. En estos momentos no se puede exigir imparcialidad. El país está absolutamente dividido, lo que obliga al periodista a estar a favor o en contra del Gobierno, no tiene alternativa.

–¿Pero es imposible declararse neutral?
–La gente no cree que en estos momentos se pueda ser neutral.

Creo que sí se puede ser objetivo parcialmente, porque la objetividad total no existe como tal; sin embargo, cuando hay una convicción democrática esto crea otras dificultades: Por ejemplo, si no asumes los extremos y te colocas en el centro, también adoptas una posición, que es igualmente válida. El país necesita en estos momentos un periodismo que llame a la reconciliación. La etapa de conflicto llegó al límite tolerable en democracia, no podemos dejar que pase a la violencia.

–¿Esa toma de posición no puede desviarse del periodismo y terminar siendo pura y simple actividad política?
–Bueno, pero en estos momentos está como obligado a eso, porque su profesión lo vincula con la sociedad y ésta espera de él una orientación, que tiene que darse. Algunas veces no es necesario opinar, sino presentar la realidad del país para que el receptor del mensaje capte lo que está pasando. En estos momentos, el periodista no puede ser aséptico, es muy difícil serlo.

–¿Dónde se consigue paz para escribir en esta Venezuela convulsionada?
–Es muy complejo.Hay que escribir en medio del conflicto. Sólo cuando las instituciones se consoliden y se fortalezca el estado de derecho, se puede hablar de paz para escribir. Ahora estamos obligados a adoptar una postura militante.

–¿Teme el advenimiento de un régimen de facto?
–No hay condiciones en el mundo para un régimen dictatorial.

Tiene que enfrentar, no sólo a los venezolanos, sino a la comunidad mundial. Igualmente, la Fuerza Armada debe respetar al Comandante en Jefe, Chávez no puede salir si no es por la vía electoral.En eso, la historia reconocerá a la institución armada, que no tiene porqué insurgir contra el Presidente.

–¿Qué recuerda de su pasantía por el Parlamento?
–Cuando estaba en el Senado se produjeron varios debates sobre la necesidad de reformar las instituciones venezolanas. Incluso, Rafael Caldera introdujo una reforma constitucional; pero, la cúpula mayoritaria de Acción Democrática la creyó innecesaria y, en cierto modo, la escamoteó y se crearon las condiciones para que llegara un hombre como Chávez. Eso no avanzó porque creían que todo estaba muy bien.

–¿Excesivamente normal?
–Algo similar pasa hoy. Los chavistas creen que todo está muy bien, que hay una revolución, que todo marcha correctamente, que vienen progresos; aunque la realidad indica que no es así, están obnubilados, atados a algo que no quieren perder, pero lo van a perder porque no han sabido darle al país el giro que necesitaba, como ocurrió en los últimos años de la era democrática.

–¿Si lo invitan a la Asamblea y le ofrecen una curul contigua a la de la diputada Iris Varela, la aceptaría?
–Ja, ja, ja. No, ya no iría al Parlamento. Estoy dedicado a la literatura, creo que mi generación puede aportar a través de su producción intelectual. Ahora, estoy empeñado en desarrollar una obra literaria y el próximo domingo 23 de noviembre, en la Galera Di Maca de Los Palos Grandes, presentaré mi libro Alí el viajero enlutado.

–¿Qué tiene Carora que ha producido escritores, músicos y pensadores de talla mundial?
–Intentaré una hipótesis.Carora se convirtió en una isla cultural en el siglo pasado, estableciendo contacto con Europa más fácilmente que con Caracas. Muchos caroreños de esa época viajaron a Francia y el gran personaje central que orientó a todos los jóvenes de ese tiempo fue Chío Zubillaga, quien vivió en París y conoció a Ortega y Gasset, a Unamuno, entre otros. Otro fenómeno fue que los muchachos buscaban un camino para igualarse al poder económico que predominó en Carora durante mucho tiempo. Para poder llegar a los niveles de la godarria caroreña había que hacer bastante dinero o desarrollar una capacidad intelectual, algo que ellos respetaban y admiraban.

–Zubillaga fue el ejemplo a seguir.

–Fue un maestro extraordinario, orientó a todo el mundo.

Aprendí a ser profesor universitario luego de que investigué y escribí la biografía de él. Estimulaba a los jóvenes que querían estudiar.Fue un personaje excepcional. Su casa era una biblioteca abierta.

–¿La historia sería distinta si el bueno de Chío hubiera nacido en Sabaneta de Barinas?
–Ja, ja, ja. Esas conjeturas son muy difíciles de manejar, pero creo que Chávez se equivocó de época y de plan.Pero no sólo Chávez, pues nos equivocamos muchos. Se equivoca doblemente él porque, aunque triunfa electoralmente, lo hace cuando ya no existe la Unión Soviética, que hubiese respaldado a cualquier gobierno revolucionario en Venezuela. No era suficiente que hubiese sido discípulo de Chío Zubillaga, creo que tiene que ver con una comprensión distinta del mundo de hoy.Venezuela no saldrá de esta crisis mientras no haya una concepción distinta, incluso, a la que nosotros quisimos aplicar en los 60.

–¿Qué hubiera hecho con los 100 mil dólares del Premio Rómulo Gallegos?
–No lo había pensado. Los hubiera invertido en una fundación que creé, llamada La otra banda, no sólo para editar libros sino para realizar actividades culturales. En estos momentos, por ejemplo, la fundación está rescatando la casa donde nació Alí Lameda en San Francisco, un pequeño pueblo de Carora.

–¿Por qué lo llaman Toronto? ¿Alguna afinidad con Luis Herrera?
–Ja, ja, ja. Debe ser por la cabeza caroreña. No hay afinidad con Luis Herrera, aunque le dio un respaldo extraordinario a la cultura. Allí está el Teresa Carreño. Me consta que contrató a Alirio Díaz para que tocara en Venezuela seis meses del año de forma gratuita para todos los venezolanos en distintas partes del país.

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