sábado, 1 de mayo de 2010

EL BICENTENARIO

EL BICENTENARIO
Juan Páez Ávila
La confiscación del Bicentenario del 19 de Abril de 1810, por parte del gobierno de Hugo Chávez, para darle un sentido fundamentalmente militar al primer gran momento que señalaría el rumbo de lo que sería nuestra Historia Republicana, no cambia el verdadero carácter cívico de una fecha gloriosa de los patricios caraqueños y de los pardos, incluidos para reflejar la unión de todos los habitantes de la ciudad que decidieron comenzar a ejercer los derechos universales de hombre y del ciudadano, que en otras partes del mundo lo había logrado mediante la lucha contra las monarquías y la tiranías de la época.
La celebración de los 200 años de la primera manifestación cívica los caraqueños, encabezados por el Cabildo de la ciudad, para solicitarle la renuncia al Capitán General Vicente Emparan, la cual aceptó, y se embarcó para España, el 19 de abril de 1810, nos encuentra a los venezolanos profundamente divididos. Por un lado, el Presidente de la República convoca a un desfile militar, mientras gran parte de la ciudadanía y en particular nuestros más importantes historiadores invitan a celebrar dicho bicentenario, como una gesta de los principales representantes de la sociedad civil de la época, que un año más tarde, una vez proclamada la independencia de la Corona de España, asumieron su defensa en los campos de batalla.
La acción militar se hizo presente y necesaria, en la mayoría de los casos heroica, no sólo después del 19 de Abril de 1810, sino y sobre todo después del 5 de Julio de 1811, cuando los mismos ciudadanos del año anterior, incluyendo algunos militares, como Francisco de Miranda, de reconocida actuación en diferentes batallas internacionales, dieron el paso definitivo de proclamarse independientes y desafiar el poderío militar que habían recuperado los Reyes españoles. Y aunque la improvisación de la mayoría de los militares que se alistaban con una gran voluntad y espíritu patriótico, pero sin conocimiento de las técnicas y estrategias de la guerra, condujo al General Francisco de Miranda a capitular y por lo tanto a la pérdida de la Primera República, esa mayoría de civiles volvió a la guerra conducidos por Simón Bolívar, se entrenaron y se formaron como jefes militares en los campos de batalla, hasta derrotar a los caudillos y generales españoles al servicio de la Monarquía de esa potencia de ese tiempo.
Todo lo dicho tiene como finalidad reconocer la preponderancia del poder civil sobre el militar durante los pronunciamientos independentistas de 1810 y 1811, sin negar el rol fundamental de nuestros libertadores en los campos de batalla, con posterioridad a la decisión política de constituir una república soberana, cuyas bases doctrinarias están establecidas en la Constitución Nacional de 1811, en cuyo texto también nos legaron los patricios y los pardos, algunos indios y algunos esclavos reclutados e incorporados al Ejército Libertador de esa época, un régimen de profundo contenido democrático, igualitario y libertario.
Para resumir, nuestros fundadores de la República de Venezuela se inspiraron en las constituciones de los Estados Unidos de Norteamérica y de la Francia revolucionaria, no bonapartista, no militarista. Y aunque nadie puede negar el papel de los militares en la guerra para consolidar la independencia, que fue una consecuencia de la Declaración y la decisión de ser libres, pronunciada y firmada por los miembros del Congreso de 1811, no se puede admitir impunemente que se tergiverse la historia para satisfacer las ambiciones personalistas, autocráticas y militarista del Presidente de la República, cuyo mandato debe finalizar en el 2012, constitucionalmente, sin ningún acto heroico. Y algo más que demuestra la firme decisión de alcanzar la libertad, por parte de los dirigentes de los mantuanos y de los pardos, es que la mayoría de ellos, civiles, se convirtieron en militares para garantizar la obra independentista. De allí que en la actuación definitiva de la División de Caballería para ganar la Batalla de Carabobo, estuviera comandada por el General José Antonio Páez, antiguo peón de hacienda que ganó sus laureles en los campos de guerra, después de abandonar la escardilla con la que labraba la tierra, para tomar en sus manos y sobre un caballo, una lanza, con la que dio muerte a muchos de los representantes de la Monarquía y de la tiranía, hasta su triunfo final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario