jueves, 10 de diciembre de 2009

CORRUPCIÓN Y COMPLICIDAD

Juan Páez Ávila

A través de nuestra historia republicana e incluso de América Latina y del mundo, la corrupción administrativa que permite el enriquecimiento ilícito de algún empresario o favorito del gobierno, siempre ha tenido en las altas esferas gubernamentales la complicidad de algún funcionario con capacidad de decisión para disponer de los dineros públicos.
Con la utilización y apropiación de los dineros de la nación, que son de los venezolanos, un grupo de favoritos del gobierno y testaferros de algunos altos funcionarios de la administración del Presidente Chávez, amasaron una gigantesca fortuna en los últimos 5 ó 6 años, que aunque fue denunciada por el diputado Ismael García ante la Fiscalía General de la República a principios del presente año, no fue investigada, ha sido corroborada por el Jefe del Estado, después de recibir un informe de la inteligencia cubana, G2, que actúa en nuestro país por instrucciones del propio Hugo Chávez.
Y aunque la acción del Presidente de la República haya encontrado respaldo en sectores de la oposición, porque se trata de aplicar la legislación vigente a quienes han traficado con los dineros del pueblo, se le censura que haya esperado que Fidel Castro le hiciera llegar el informe de la inteligencia cubana, y seguramente el consejo de que actuara contra los corruptos de su entorno, porque de no hacerlo lo llevarían al abismo de la derrota electoral en los próximos comicios, tanto para elegir a los diputados a la Asamblea Nacional como para decidir si continuará en la Presidencia o será echado con los votos de la mayoría que se viene conformando en contra de sus políticas erráticas.
Sin embargo, para que el Presidente pueda obtener algún beneficio político de sus denuncias y actuaciones contra los banqueros enriquecidos ilícitamente, amparados por altos funcionarios de su gobierno, tiene que llegar hasta la madeja de complicidades que representan sus colabores más cercanos, porque es muy viejo el decir que donde hay un empresario corrupto también hay un político o alto funcionario cómplice. No se puede estafar el Tesoro Nacional sin alguien que lo facilite o lo permita desde posiciones que representan altas responsabilidades.
De allí que el país deberá esperar hasta dónde llega el Presidente, si es capaz de extirpar todas la células cancerígenas del tumor de la corrupción, o deja con vida a las más peligrosas, agazapadas tras un manto de protección oficial. Hay ejemplos de los dos tenores: con Lula cayeron desde un ministros hasta altos dirigentes de su partido, y en cierto modo el jefe del Estado salió ileso; pero Fujimori dejó que la corrupción continuara hasta que fue descubierta después de renunciar, ser enjuiciado y encarcelado. No es exagerado concluir que el futuro de Hugo Chávez dependerá de la sinceridad para combatir la corrupción, que se ha convertido en una de las lacras más abominables de su administración. Si no se desprende de los altos funcionarios que facilitaron y prohijaron el saqueo de los dineros de los venezolanos, su discurso se estrellará contra una opinión pública muy alerta y experimentada, que lo condenará como el mayor cómplice.

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