lunes, 3 de agosto de 2009

CHÁVEZ ENTRE HONDURAS Y COLOMBIA

Juan Páez Ávila

Sin que haya superado el golpe que frenó en Honduras el avance del proyecto chavista, llamado bolivariano y del siglo XXI, el Comandante Chávez tiene que enfrentar la grave denuncia del gobierno colombiano, cuyo ejército decomisó a las FARC un lote de armas de gran potencia, que habían sido compradas por el ejército venezolano al gobierno Sueco. La gravedad de la denuncia colombiana se fundamenta en la posibilidad de que dichas armas le hayan sido entregadas a las FARC por orden de Hugo Chávez, porque lo colocaría entre los cooperadores con el terrorismo y el narcotráfico, penados por la legislación internacional.
Después de un evidente éxito de su política exterior en Bolivia, Ecuador y Nicaragua, el Hugo Chávez ha sufrido su primera derrota en Honduras, donde su pupilo el Presidente Manuel Zelaya fue derrocado por el Ejército, siguiendo instrucciones del Poder Judicial, con anuencia del Poder Legislativo, la Fiscalía General y hasta del Partido Liberal que lo postuló e hizo elegir, para frustrar su intento de modificar la Constitución Nacional de ese país y hacerse reelegir por tiempo indefinido, según el guión o estrategia política que aplican o tratan de aplicar los partidarios del ALBA que motoriza el Comandante en Jefe venezolano.
Consumado el derrocamiento del Presidente Zelaya, con clara violación de sus derechos humanos al ser apresado por la fuerza, sacado en pijama de la Casa Presidencial y enviado en un avión a Costa Rica, el mundo democrático levantó la voz protesta e hizo aprobar por la OEA un acuerdo mediante el cual se desconoce el gobierno de facto y pide el regreso incondicional del Presidente derrocado. Y aquí comienza otra batalla que también la pierde, hasta ahora, el Comandante Chávez, quien llama a la intervención militar, incluyendo a los Estados Unidos, si no renuncia de inmediato el Presidente Micheletti, nombrado por el Congreso de la República de su país, en lo que consideran una sucesión presidencial ajustada a la Constitución en vista a la ausencia del Presidente electo.
Mientras hasta el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, se suma al coro de Hugo Chávez, de retorno de Zelaya sin condiciones, con lo cual pierde su autoridad de mediador, el Presidente Barak Obama juega su primera carta de su nueva política hacia América Latina e instruye a su Secretaria de Estado para que explore la mediación del Presidente de Costa Rica, Oscar Aria, Premio Nobel de la Paz, para buscar una solución pacífica y concertada de la crisis política de Honduras.
Pero la audacia de Hugo Chávez no se detiene, llama al pueblo y al ejército hondureños a sublevarse. Hace acompañar a Zelaya, con su canciller Maduro, a la frontera de Nicaragua con Honduras, a la espera de que el Ejército, al estilo del General Raúl Baduel, lo rescate y lo conduzca al Palacio de Gobierno, hecho histórico que al cierre de este artículo no se había producido, lo que podría ser indicador de otra derrota de nuestro Comandante en Jefe.
El momento político que tiene que enfrentar el Presidente Chávez en los próximos días y meses, es tal vez el más difícil que se le ha presentado en el área interamericana e internacional, con alguna proyección en la crisis interna política, social y económica que atraviesa nuestro país y para la cual no ha encontrado solución. El descubrimiento de la intervención del Presidente de la República en los asuntos internos de Honduras y de Colombia, podría meter o conducir a Venezuela en un conflicto internacional, que los venezolanos democráticos chavistas y no chavistas no buscamos, ni queremos, ni somos responsables cualesquiera sean las consecuencias.

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