viernes, 7 de septiembre de 2012

LA PAZ EN COLOMBIA

LA PAZ EN COLOMBIA




Juan Páez Ávila



El anuncio del Presidente Juan Manuel Santos de la exploración de una posible negociación con las FARC y el apoyo de la mayoría de los países miembros de la OEA en favor de la paz entre los colombianos, puede ser el mejor y más oportuno aporte de las democracias latinoamericanas, para poner fin a un conflicto sangriento que durante varias décadas no ha encontrado un interlocutor ni una vía adecuada para convencer a los contendientes de la necesidad de un diálogo sincero que devuelva la paz a la hermana república.

Después de más de 50 años de guerra fraticida, sin que la guerrila poder avanzar hacia la meta de tomar el poder, sino por lo contrario, haber tenido que replegarse hacia la selva fronteriza con Ecuador, Brasil y Venezuela, donde por una combinación de inteligencia y una sofisticada tecnología militar del Ejército, han perdido a sus más activos comandantes, seguramente puede tener algunos efectos en la decisión de los actuales jefes guerrilleros, de sentarse a discutir cómo enfrentar esta nueva realidad,

Para los comandantes de las FARC la continuación de una guerra que cada día reduce más su capacidad de movilización y los ha llevado a la pérdida de sus principales conductores políticos, diplomáticos y militares, depende de la evaluación que hayan hecho de sus propias fuerzas en comparación con las de enemigo. Evaluación que el Presidente Juan Manuel Santos también ha debido realizar para atreverse a dar el paso de explorar la posibilidad de un acuerdo de paz duradera y definitiva, exponiendo su prestigio y la posibilidad de reelección en 2014.

Sufrir los efectos de la superioridad operativa que han demostrado las Fuerzas Armadas y policiales de Colombia, no es para contrarrestarla con amenazas desde un programa de televisión o con un comunicado de las FARC por Internet, en el que se propagan una falsa fortaleza y un supuesto apoyo del pueblo colombiano, para seguir desafiando al gobierno del Presidente Santos y al mundo democrático que rechaza la violencia y transita caminos de convivencia civilizada, para poder resolver graves problemas sociales y económicos, que todavía confronta la humanidad.

Ahora le corresponde al gobierno colombiano, ofrecer garantías y respeto a la vida y a la participación de los guerrilleros que se acojan a una política de paz, en el engranaje institucional de la democracia. Si existe voluntad política para ampliar y preservar la democracia, este momento podría ser definitivo para un cese al fuego y dar paso a una, tal vez, larga negociación por la paz de Colombia, en la que participen y sean garantes de la misma, los países que han llamado a la cordura, a la reflexión de los contrincantes, a callar los tambores de la guerra y abrirle cauce a las banderas de la paz. No más heridos, no más perseguidos por sus ideas políticas, no más sangre ni muertos en Colombia y en toda nuestra América Hispana. La paz es el escenario para el progreso y nuestra incorporación al mundo civilizado, por lo tanto los responsables de la conducción política y el propio pueblo colombiano. Tienen que realizar todos los esfuerzos posibles para erradicar la guerra y la violencia en general, que no sólo ha cobrado centenares de miles de muertos en el país vecino, sino que también ha tratado de crear una profunda crisis en la región.

Conocida la experiencia de Juan Manuel Santos, cuando fue Ministro de la Defensa del Presidente Álvaro Uribe y de la política militar que ha puesto en práctica como Jefe del Estado colombiano, al propinarle los más duros golpes a la guerrilla, como la liquidación del máximo Jefe de las FARC, Alfonso Cano cuando ya habían comenzado las conversaciones para explorar las posibilidades de un arreglo pacífico al conflicto, pueden interpretarse como un indicador de que el actual Presidente de Colombia, no pareciera tratarse de un dirigente político torpe y menos ingenuo.

Jugarse su futuro político, muy cerca de la reelección presidencial, conociendo los antecedentes de El Caguán y de otros intentos de negociaciones con las FARC, aprovechadas por los jefes guerrilleros para recuperarse, iniciando una nueva gestión de paz en el exterior, debe ser porque tiene fundamentos válidos para no fracasar, lo cual lo convertiría en uno de los políticos más prestigiosos y sabios de Colombia, Hispanoamérica y del mundo democrático. De lo contrario estaría cavando su tumba política, por lo que hay que esperar el desenlace de las negociaciones.

HACER LAS MALETAS












HACER LAS MALETAS



Juan Páez Ávila



El expresidente de Chile Ricardo Lagos recordó en un reciente programa de un canal de TV Internacional, las palabras de otro expresidente de su país el día que perdió las elecciones y un amigo muy cercano lo encontró con las maletas sobre una mesa y le preguntó a qué se debía la premura, a lo que respondió: La Democracia es saber hacer las maletas, con lo cual aludía a su convicción de que la alternabilidad en el poder es uno de los más altos significados de la democracia.

En nuestro país, aunque la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que el gobierno es y será siempre alternativo, federal y democrático, el Presidente saliente, Hugo Chávez, y sobre todo los que han hecho de su apoyo un negocio al margen de la ley, pegan el grito al cielo y amenazan con una guerra civil cuando escuchan que existe la posibilidad de que el candidato de la Alternativa Democrática, Henrique Capriles, gane las elecciones el próximo 7 de octubre, lo que revela no les importa lo que dice la Carta Magna, porque no tienen una cultura democrática.

Para los autócratas no hay Estado de Derecho, aunque lo pregonen, porque se consideran los únicos que pueden gobernar un país, como si fueran escogidos por la providencia y no por los votos de la mayoría de la población en unos comicios transparentes y libres.

Pero como la democracia no sólo es una forma de gobierno, sino también una escuela histórica en la que se han educado muchos bárbaros y hasta reyes que se creían impuesto por Dios, han cambiado sus enfoques y han contribuido a establecer monarquías constitucionales, que se rigen por el Estado de Derecho, propio de las democracias.

La mayoría de los chavistas e incluso el propio Chávez deben comenzar a admitir que existe una clara tendencia que favorece a Henrique Capriles Radonski, y ellos tendrán todas las garantías constitucionales que establece nuestra Carta Magna. Y aunque existan y sigan existiendo importantes diferencias para conducir el país, la democracia y los demócratas no permitiremos, sin protestar, sin denunciar, que un régimen autocrático sea sustituido por otro de signos iguales o peores. Tienen que aceptar que la historia nos enseña que muchos jóvenes oligarcas, como los patricios, que encabezaron la lucha contra el régimen colonial, y que muchos mestizos siguieron a Boves y otros matones de su tiempo. Capriles proviene de una clase media alta, pero no tan alta como los grandes cacaos y dueños de minas de oro que nos dieron la independencia. El candidato de la Alternativa Democrática ha sido muy claro y tajante al exponer su programa de gobierno, y declarar que sólo es enemigo de la delincuencia y se propone gobernar para todos los venezolanos.

Y como no habrá fuerza que contenga la dinámica política y social que moviliza y sacude a todo el país, y agrupa a millones de hombres y mujeres, jóvenes y adultos, alrededor de Henrique Capriles, lo que está planteado es la reconciliación de los venezolanos, no más discriminación, no más delirios de grandeza en un mundo que tiende a la consolidación de la igualdad, de las libertades públicas e instauración de regímenes respetuosos de los derechos constitucionales.

La hora es de los puentes entre hombres y mujeres conscientes de que hay un camino que conduce al progreso, al bienestar de los ciudadanos, a la convivencia civilizada que prevalece en la mayoría de las naciones del mundo occidental, no de las autocracias de los talibanes, azotadores de mujeres y formadores de oligarquías corruptas y violentas, que asesinan y saquean los erarios públicos, que en buena ley pertenecen a la mayoría de los pobladores, que lo único que conocen y todavía soportan es la pobreza extrema, la miseria humana.

La hora de la sensatez indica que Hugo Chávez debe comenzar a hacer sus maletas y dejar las bravuconerías aparte, que ya no asustan ni a sus seguidores más incondicionales de otros tiempos, como lo expresaron los trabajadores de las empresas básicas de Guayana. Debe olvidarse de que la Institución Armada va asesinar a millones de compatriotas, por la única razón de que él siga en Miraflores. Incluso es posible que ni los compadres, como les pasó a Pérez Jiménez y a Pinochet, salgan a inmolarse por la permanencia de un supuesto mecías en el poder.