domingo, 6 de junio de 2010

EL TRIUNFO DE SANTOS

Juan Páez Ávila

El triunfo de Juan Manuel Santos, duplicando a su rival más cercano, Antanas Mockus, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, cuando las encuestas pronosticaban un empate técnico, revela que en América Latina tiende a consolidarse una política de lucha frontal contra el terrorismo y el narcotráfico. Los pueblos aspiran buscar su progreso y bienestar en un clima de paz y convivencia civilizada, no más improvisaciones, frente a realidades críticas y difíciles de superar con espejismo aparentemente revolucionarios, cuando la experiencia nacional e internacional indica que es inútil repetir saltos al vacío, con impredecibles consecuencias.
Guiado por los porcentajes que obtuvo cada uno de los candidatos a la Presidencia de la República de Colombia en las elecciones del domingo pasado, no es aventurado afirmar que el próximo Jefe del Estado del vecino país será Juan Manuel Santos, quien dará continuidad a la política de seguridad democrática del actual Presidente Álvaro Uribe Vélez, seguramente con algunos matices propios de la personalidad política del ex –ministro de Hacienda y de Defensa, y orientada a mejorar las cifras de la economía nacional y de los niveles de vida de la población.
La realidad colombiana indica que la lucha contra el narcotráfico, la guerrilla y el para militarismo, con éxitos evidentes por parte del gobierno de Uribe y ejecutada por el propio Santos desde el Ministerio de la Defensa, se prolongará por algunos años, para poder colocarla en condiciones de negociar la paz en Colombia, objetivo máximo de todo político, especialmente gobernante, que aspire llevar a su país a un régimen de respeto a los derechos humanos, a una reconciliación civilizada, y a la consolidación de una sociedad apta para el progreso y la búsqueda del bienestar de la mayoría de su ciudadanos.
Si Juan Manuel Santos es capaz de combinar sus conocimientos de política militar con la política económica y social, con la cooperación del Vicepresidente Angelino Garzón, ex sindicalista y ex –ministro del Trabajo, Colombia podría convertirse en el mediano plazo en uno de los países de subcontinente iberoamericano, con mayor crecimiento y respetabilidad en el mundo globalizado que se hace irreversible, ineluctable, para enfrentar con éxito los desafíos del siglo XXI.
Y aunque en política no es muy aconsejable pronosticar el futuro, los pueblos, las naciones, pueden confiar en la experiencia de sus gobernantes, cuando éstos han demostrado no sólo vocación de poder, sino también talante democrático, firmeza en la defensa de sus políticas y conocimiento de los graves problemas económicos y sociales que tienen que contribuir a resolver en cualquier país del mundo, y particularmente en aquellos que como Colombia –y el nuestro, por ejemplo- que además de subdesarrollados, están amenazados por la violencia, expresada en el terrorismo y el narcotráfico, los más terribles males, morbos criminales que afectan la vida y la cultura democrática del globo.
Convocados a ejercer el derecho a la alternabilidad en el poder, a través de la elección del más alto cargo ejecutivo de la nación, los colombianos sufragaron mayoritariamente por el candidato que les garantizaba una mayor confianza en el futuro, a partir de un presente de seguridad democrática y desarrollo económico sostenible, que les ofrecía Juan Manuel Santos, economista actualizado y político sagaz, duro y conciliador según las circunstancias.