jueves, 10 de diciembre de 2009

URUGUAY Y HONDURAS

Juan Páez Ávila

En el mundo occidental todas las manifestaciones de cambio político, social y económico parece encontrar como la vía fundamental y exclusiva de solución, la pacífica y electoral, con todo y las manipulaciones ventajistas y fraudulentas que algunos aspirantes a dictadores introducen y practican en los procesos electorales. De cada elección se extrae una experiencia y la alternativa democrática emerge con más fuerza y convicción entre los electores y la ciudadanía en general.
Los resultados electorales conocidos extraoficialmente de los comicios del domingo realizados en Uruguay y Honduras, apuntan hacia la consolidación de la democracia representativa en Latinoamérica, porque tanto José Pepe Mujica, como Porfirio Pepe Lobo, proclamados presidentes electos de ambos países, han llamado a la unidad de uruguayos y hondureños, a la formación de gobiernos que representen a toda la sociedad de dichos países, como mecanismo o fórmula política para superar las dificultades económicas y sociales del primero, y políticas, económicas y sociales del segundo.
Y aunque la situación más difícil es, sin duda alguna, la de Honduras, no sólo por el desconocimiento de las elecciones y sus resultados por parte del ex –Presidente Zelaya, refugiado en la Embajada de Brasil, sino también porque Zelaya todavía recibe apoyo de algunos presidentes como Hugo Chávez, Lula Da Silva y Tabaré Vásquez, y sobre todo por la inmensa pobreza que agobia a ese pequeño país, que depende de la ayuda internacional. El Presidente electo de Honduras tiene que superar la crisis que hereda después de ser derrocado de la Presidencia de República, Manuel Zelaya, quien en principio recibió respaldo de la OEA y de la ONU, pero que ante el hecho cumplido de las elecciones ha quedado profundamente debilitado y sometido a un juicio por el Tribunal Supremo de su país, acusado de diversos actos de corrupción e incluso de traición a la Patria.
El camino más expedito hacia la consolidación de la democracia en su país lo tiene el Presidente electo de Uruguay, quien además de llamar a su contendor a formar gobierno, ha manifestado que se inspirará o guiará por el ejemplo de Lula para alcanzar el progreso y bienestar de su pueblo, y no por el socialismo del siglo XXI de Chávez, a quien lo señala como creador de una gran burocracia y de ningún socialismo.
Si el Presidente electo de Honduras, Porfirio Lobo, logra superar la crisis política que debe enfrentar en los próximos días, con el apoyo ya expresado de los Estados Unidos, Costa Rica, Panamá y Perú, y el muy posible respaldo de países como México, Colombia y la Unión Europea, avanzará la democracia en América Latina, y el gran derrotado será Hugo Chávez y su Proyecto Político de la Asociación Bolivariana de las Américas ALBA. El freno al proyecto chavista de ganar las elecciones para desde el poder aplicar la política de un pensamiento único, mediante la represión y la utilización de los dineros públicos para comprar adhesiones y conciencias, surgió en un pequeño país, como Honduras, donde el Poder Judicial y el Legislativo impidieron que Manuel Zelaya, desde la Presidencia de la República violara la Constitución Nacional para imponer su reelección.
Una vez descubierto los objetivos del proyecto de Socialismo del siglo XXI, de utilizar el sistema democrático para ascender al poder por elecciones, y luego destruir las instituciones de esa democracia, Hugo Chávez camina hacia la derrota, tanto en lo interno en Venezuela, como en la América Latina, porque donde pudo avanzar, además de imponer la violación de los Derechos Humanos, ha resultado un rotundo fracaso al aumentar la inseguridad, el desempleo y la destrucción del aparato productivo de la economía nacional de esos cada día países más pobres, cuyos gobernantes parece que no se han enterado de la caída del Muro de Berlín y del desplome del socialismo estatista en la Unión Soviética y en Europa del Este..

CORRUPCIÓN Y COMPLICIDAD

Juan Páez Ávila

A través de nuestra historia republicana e incluso de América Latina y del mundo, la corrupción administrativa que permite el enriquecimiento ilícito de algún empresario o favorito del gobierno, siempre ha tenido en las altas esferas gubernamentales la complicidad de algún funcionario con capacidad de decisión para disponer de los dineros públicos.
Con la utilización y apropiación de los dineros de la nación, que son de los venezolanos, un grupo de favoritos del gobierno y testaferros de algunos altos funcionarios de la administración del Presidente Chávez, amasaron una gigantesca fortuna en los últimos 5 ó 6 años, que aunque fue denunciada por el diputado Ismael García ante la Fiscalía General de la República a principios del presente año, no fue investigada, ha sido corroborada por el Jefe del Estado, después de recibir un informe de la inteligencia cubana, G2, que actúa en nuestro país por instrucciones del propio Hugo Chávez.
Y aunque la acción del Presidente de la República haya encontrado respaldo en sectores de la oposición, porque se trata de aplicar la legislación vigente a quienes han traficado con los dineros del pueblo, se le censura que haya esperado que Fidel Castro le hiciera llegar el informe de la inteligencia cubana, y seguramente el consejo de que actuara contra los corruptos de su entorno, porque de no hacerlo lo llevarían al abismo de la derrota electoral en los próximos comicios, tanto para elegir a los diputados a la Asamblea Nacional como para decidir si continuará en la Presidencia o será echado con los votos de la mayoría que se viene conformando en contra de sus políticas erráticas.
Sin embargo, para que el Presidente pueda obtener algún beneficio político de sus denuncias y actuaciones contra los banqueros enriquecidos ilícitamente, amparados por altos funcionarios de su gobierno, tiene que llegar hasta la madeja de complicidades que representan sus colabores más cercanos, porque es muy viejo el decir que donde hay un empresario corrupto también hay un político o alto funcionario cómplice. No se puede estafar el Tesoro Nacional sin alguien que lo facilite o lo permita desde posiciones que representan altas responsabilidades.
De allí que el país deberá esperar hasta dónde llega el Presidente, si es capaz de extirpar todas la células cancerígenas del tumor de la corrupción, o deja con vida a las más peligrosas, agazapadas tras un manto de protección oficial. Hay ejemplos de los dos tenores: con Lula cayeron desde un ministros hasta altos dirigentes de su partido, y en cierto modo el jefe del Estado salió ileso; pero Fujimori dejó que la corrupción continuara hasta que fue descubierta después de renunciar, ser enjuiciado y encarcelado. No es exagerado concluir que el futuro de Hugo Chávez dependerá de la sinceridad para combatir la corrupción, que se ha convertido en una de las lacras más abominables de su administración. Si no se desprende de los altos funcionarios que facilitaron y prohijaron el saqueo de los dineros de los venezolanos, su discurso se estrellará contra una opinión pública muy alerta y experimentada, que lo condenará como el mayor cómplice.